| Tráfico de Influenza Por: EL INFORMADOR 27 de abril de 2009 - 23:00 hs ¿En qué se parece la Influenza de la gripe porcina al espantoso ronroneo cholo de las cajas acústicas pum-pum-pum que, llevados por insolentes carricoches por todas las vías públicas, traspasan paredes hasta llegar a lo más íntimo de nuestros órganos internos? Quienes han estudiado el ocaso de los pueblos y las civilizaciones a lo largo de la historia identifican sólo un puñado de factores como las causas determinantes de sus finiquitos. La insuficiencia alimentaria, el desastre natural, la guerra, la epidemia y las innovaciones tecnológicas que repercuten en la salud son las principales causas del desmoronamiento de aquello que es lo más preciado de la vida humana: su tejido social. Tarde que temprano la amenaza de cualquiera de éstas o sus combinaciones caen sobre cualquier gente, en cualquier lugar, en cualquier momento. Cuelgan como la espada de Damocles, esperando el instante preciso que se cristalicen las fuerzas del azar, la suerte, el destino de los seres mortales bajo su esfera. Con la única esperanza de que “aquello que no te mate te haga más fuerte”. Esta crisis epidemiológica que nos atraviesa ahora es una llamada de atención cuya dosis de realidad nos recuerda que paralelamente al progreso desarrollamos un fenómeno al que se le reconoce como “sociedad del riesgo”. Vivimos característicamente ya la sociedad del riesgo. Hemos fomentado las condiciones para nuevas formas de riesgo y peligrosidad distintas a lo acostumbrado hasta hace poco. Nos encaminamos hacia una nueva modernidad en la que el eje que estructura nuestra sociedad no es ya la distribución de sus bienes, sino de sus males. No es ya el aprovechamiento de nuestras riquezas, sino la minimización del riesgo y la inseguridad lo que activa hoy a la gente. Aprender a reconocer y convivir con el nuevo orden de riesgo plantea a nuestras vidas importantes cuestiones de carácter múltiple. Aparecen, por ejemplo, problemas relativos al papel de los expertos en la elaboración de políticas públicas encaminadas al manejo y regulación del riesgo. Se plantea también la cuestión de la justicia en la distribución social de riesgos y la responsabilidad privada en su gestión. Y dado que muchos de los riesgos actuales no respetan las fronteras, surgen problemas también relativos a la coordinación entre vecinos, ciudades, estados, países. Afortunadamente, parece que esta crisis se está atendiendo con diligencia, prontitud y eficacia. Los llamados internacionales están haciendo que actuemos de una manera alerta y concertada; desacostumbrada entre nosotros. Y oportunamente ante la criticidad a la que se acercan los otros factores clave arriba mencionados. Ahora, la megaciudad de México se vuelve un caso mundial sobresaliente. Ninguna otra megalópolis se encuentra con esa cantidad de población a esa altura sobre el nivel del mar. Tan lejos de su abastecimiento alimenticio básico y de agua. Empezamos a reconocer como el mayor error de todos los mexicanos haber subsidiado su exagerada concentración urbana en detrimento del resto del país. Transportar las cantidades necesarias de provisiones diariamente hacia esa altura arriba de los dos mil metros sobre el nivel del mar es contrario, no sólo al sentido común sino sobre todo a las buenas prácticas económicas y ambientales. Es claro que nuestra capital así es insustentable y que gravita sobre ella el momento de mostrarse quizás como el primer ejemplo mundial de una megalópolis moderna que sufra una muerte natural, precipitada por su obesidad urbana. NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C. Correo electrónico: nar@megared.net.mx Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones