Viernes, 26 de Abril 2024

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Todo queda en manos de San Roque

Por: EL INFORMADOR


Cuentan los cronistas medievales, al referirse a la peste negra, llamada simple y llanamente “el mal que corre” que asoló en distintas épocas a la vieja Europa, que un clérigo de origen francés, peregrino incansable, nacido en Montpellier en 1295 y fallecido en esa misma localidad en 1327, por su abnegación y apoyo para combatir ese terrible mal, y de esa manera alcanzó la santidad, ahora es un santo venerado en momentos semejantes a la actual influenza humana o porcina del siglo XXI, y aparece en los altares representado con un perro al lado, el glorificado San Roque.

Pero en esos muy alejados tiempos de la Humanidad, que a lo largo de su trayectoria histórica de algún modo o de otro ha padecido flagelos de este tipo, algo así como si la Naturaleza, adoptando los principios malthusianos, tratara de llevar a cabo un ajuste adecuado en los niveles de la población, en esos tiempos en que la medicina debía cuadrar con los principios establecidos por la filosofía escolástica, y los cuatro honores humanos, en el siglo XIV se creyó que la gran pestilencia era debida a una conjunción astral, y sobre todo a la cólera divina que castigaba con la enfermedad y la muerte a todos los seres humanos que por una u otra razón, habían pecado...

No sería sino hasta finales del siglo XIX cuando se pudo descubrir el verdadero agente de la peste, una inocente bacteria que los científicos de esa época denominaron Xenosilla Cheopis, que viajaba en el vientre de las pulgas que parasitaban a las ratas de los barcos.

Anteriormente, Europa iba a la cabeza de esa importante tarea, ahora son los Estados Unidos los que imponen el impacto de las nuevas tecnologías.

Ahora bien, los países llamados tercermundistas o atrasados que suman la mayoría, son atrasados entre otras cosas, porque no llevan a cabo investigación científica, por lo que tienen que importar de los países desarrollados, que se las venden muy cara y muchas veces obsoleta.

México, por supuesto, se encuentra en ese caso, y esto se acaba de evidenciar una vez más con lo que está sucediendo en el caso de la influenza porcina, humana o como quiera llamársele.

Concretamente, en nuestro país la única institución que lleva a cabo tareas diversas de investigación científica es la Universidad Nacional, y en términos generales las universidades públicas.

Respecto de las patentes extranjeras que se registran en el país, México es de aquéllos que más registran dependencia de la inversión foránea, o sea una relación de dependencia de 22.36%, con un coeficiente de inventiva de apenas 0.05 por ciento.

Lo anterior se pone en evidencia con el escaso 0.21% que del PIB mexicano se dedica al desarrollo científico. Y el costo de no saber es lo que se está pagando de una o de otra forma, no sólo en el caso específico de la virtual o no virtual influenza, sino en otros rubros que integran todos y cada uno de los renglones de la vida humana.

Mientras tanto, no nos queda otra opción que interpretrar las buenos oficios de San Roque para que nos proteja de semejantes males, precisamente él, como el abogado contra las pestes.

MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA / Periodista.
Correo electrónico: loppra@economia.unam.mx

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