| Temas para reflexionar Por: EL INFORMADOR 19 de septiembre de 2008 - 23:00 hs Trigo sin paja La Convención Demócrata que tuvo lugar a fines del pasado mes de agosto en los Estados Unidos, si no fue una clara ruptura con el pasado, sí una evidente separación. Así lo advertimos en los discursos del Premio Nobel de la Paz, Al Gore, de Hillary Clinton, John Kerry, candidato derrotado en la anterior contienda, y Eduard Kennedy que habló, no para retornar al pasado ni tampoco para enterrarlo, sino para precisar que las dinastías de ayer debían ceder el lugar a las ciudadanías de hoy. Porque Barack Obama viene de la soledad; no tiene títulos políticos nobiliarios. Él mismo lo recordó: su pasado no es del común de los políticos americanos; es hijo de madre soltera, hechura del esfuerzo personal y de la educación. Graduado en Harvard, se dedicó al servicio social en Chicago, en vez de pugnar por ganarse un lugar en el mundo de las altas finanzas. En la Convención Demócrata se ventiló la fatídica guerra de Iraq, los tribunales secretos, el espionaje ilegal de los ciudadanos y todos los pecados de Bush contra la salud democrática. Habló también Bill Clinton, uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos, y el único demócrata reelecto después de Roosevelt y Truman. Expresó: “Al mundo le impresiona más el poder de nuestro ejemplo que el ejemplo de nuestro poder”. Muchos se preguntan: ¿Tiene Obama la edad y la capacidad para enfrentar los grandes retos de los Estados Unidos? Kennedy y Clinton eran menores que Obama al llegar a la presidencia. El mismo Abraham Lincoln llegó a la presidencia con un limitadísimo pasado político, aunque con el señalado valor de haberse opuesto a la guerra injusta contra México, así como Obama se opone a la guerra injusta contra Iraq. Con todo y lo que Barack Obama tenga a su favor para ser presidente, no es ocioso preguntarse: ¿Habrá superado ya la sociedad norteamericana el mal endémico de su inocultable racismo? El enorme poeta jalisciense doctor Enrique González Martínez, frente a su presentido desenlace vital, en uno de sus profundos poemas escribió: “Feliz quién sabe / a la hora solemne e imprecisa / en que es forzoso que la vida acabe, / asociar el adiós con la sonrisa”. Las Olimpiadas, cuyo evento tuvo lugar en el año 776 antes de Cristo en Olimpia, Grecia, no son en nuestros días la fiesta de la armonía, de la concordia y demás hierbas de la juventud. Han sido, y cada cuatro años lo son en mayor medida, una nueva forma de guerra fría entre los países más desarrollados. Las Olimpiadas se han convertido cada vez con mayor fuerza, en una exaltación hostil de las nacionalidades. En mucho, la política nacional está hecha de discusiones, inauguraciones, encuentros, primeras piedras y buenas intenciones. En los espacios de la inteligencia también abundan los imbéciles. FLAVIO ROMERO DE VELASCO / Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras. Correo electrónico: r_develasco22@hotmail.com Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones