| Rotonda Por: EL INFORMADOR 16 de febrero de 2009 - 23:00 hs ENTRE VERAS Y BROMAS Si lo mejor que puede sucederle, post mortem, a un jalisciense “esclarecido” (es decir, preclaro, ilustre, singular, ejemplar, insigne...) es el traslado de sus restos a la Rotonda, tal vez ello explique por qué tan pocos jaliscienses se esmeran por ganarse, en vida, dicha distinción. Al margen de los discutibles criterios de selección que se han aplicado en el medio siglo corridito transcurrido desde que las añejas callejuelas del centro de Guadalajara cedieron su lugar a las ahora igualmente insuficientes avenidas, el espacio mismo ha perdido la dignidad que alguna vez, en sus orígenes, llegó a tener. Salvo las tardes de domingo, cuando adquiere un encantador sabor de parque provinciano, la plaza en cuestión, contaminada de ruidos y malos olores, es el último sitio que un mortal —jalisciense o vietnamita, esclarecido o anónimo—, dotado de un mínimo de buen gusto, escogería para última morada de sus despojos. —II— “La Gaceta” de la Universidad de Guadalajara, en su edición del lunes pasado, dedica un reportaje a ese ámbito. Más allá de algunas imprecisiones (“El que esté libre de pecado...”), el trabajo periodístico de Araceli Llamas repara en que muchos jaliscienses ilustres no han alcanzado el “favor político” —que sí han alcanzado, en cambio, “personajes denostados”— que permitiría a sus restos el honor de ser sepultados en la Rotonda. Entre quienes ya sacaron boleto para el panteón de los “jaliscienses ilustres”, están los “líderes obreros” Heliodoro Hernández Loza y Francisco Silva Romero. A ellos, como a varios otros inquilinos de ese monumento, con todo respeto, les queda demasiado holgada la etiqueta de “esclarecidos”. En cambio, de los méritos de Pepe Guízar, Gonzalo Curiel, Consuelo Velázquez, Lucha Reyes, Mariano Azuela o Juan Rulfo, por proponer media docena de botones de muestra, nadie en su juicio tendría ninguna duda. —III— La moraleja de la historia sigue vigente: la leyenda más “ad hoc” para el mausoleo de los más preclaros hijos de Jalisco, sería ésta: “Ni están todos los que son... ni son todos los que están”. (O, con la venia de La Rochefoucauld: “La adulación es una moneda falsa que sólo tiene curso gracias a la vanidad de unos... y a la necedad de otros”). Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones