Viernes, 26 de Abril 2024

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Responsabilidad de los medios y de los políticos

Por: EL INFORMADOR


En una fiesta de pueblo con la presencia del alcalde, cuatro niños fueron expuestos. Al  calor del festejo, se les alentó a ganar premios en dinero, el único requisito era, como en los programas de televisión barata: quitarse la ropa. Animados por el público, políticos incluidos, los niños, en su inocencia quebrantada, se desnudaron frente a los espectadores agrupados en un rodeo organizado por la alcaldía. Una acción que dice mucho de cómo la televisión ha avasallado los valores éticos en esa intromisión invitada y penetrante, de cómo los programas de televisión de concurso han hecho una cotidiana labor de destrucción en el abuso a la dignidad de la persona; pero también dice de cómo algunos políticos siguen cayendo en ese terreno pantanoso que es la proclividad a la pederastia.

Porque los niños agraviados subieron al estrado con inocencia y con la necesidad que genera la pobreza, esa condición que es utilizada por gente sin escrúpulos para corromperlo todo. Una condición en la que está un gran número de niños y adolescentes en México, y que es tierra fértil para que se perpetren abusos desde el ocurrido en este festejo, hasta la prostitución infantil en sitios como Puerto Vallarta, para no ir más lejos.

Porque la prostitución infantil no ha sido una preocupación, mucho menos ocupación que dé respuestas a un problema que se mina la parte más vulnerable del tejido social, ni de las autoridades, ni de los legisladores, muy ocupados —ambos— en asuntos de importancia… como si el cuidar a la infancia mexicana no lo fuera.

Porque lo que este evento hizo fue poner en evidencia una realidad que por cotidiana ya no hace ruido: el abuso que las televisoras hacen del espacio de público de comunicación que el Estado les ha otorgado, sin regulación, sin cuidado, sin la debida atención, como para dejarlos que hagan negocio —en ese mercado de conciencias— hasta con el respeto que les debiera merecer la población mexicana; espectadores que son abusados en un juego malabárico de imágenes luminosas y sombras de una ética ausente que daña las formas de convivencia, que lastima la dignidad humana.

Entonces se hace necesaria una legislación que proteja a los niños del abuso, de la pederastia y, desde luego, de la prostitución. Una legislación que abarque la protección del menor contra un trato poco ético en la pantalla chica, en la grande y, sobre todo, en la vida. Y, dentro de estos quehaceres, llamar a cuentas a las televisoras… dejar de lado los intereses electorales para, en una regulación del Estado, proteger a la población, pero especialmente a los menores, niños y adolescentes que hoy son presas de una programación donde la calidad está ausente, al igual que la ética en el manejo de contenidos.

Y se hace necesario el establecimiento de instancias para la protección del menor que tengan la fuerza necesaria para sancionar acciones como la ocurrida; ahora, la Comisión de Derechos Humanos intervendrá. Lo que se espera es que, esta vez, no haya botellas de por medio… ni que la sanción se quede sólo en una tibia recomendación.

LOURDES BUENO / Investigadora de la UdeG.
Correo electrónico: lourdesbueno03@yahoo.com.mx

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