Domingo, 12 de Octubre 2025

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¿Qué son los fertilizantes?

Por: EL INFORMADOR


Materiales de origen geológico unos; sintetizados industrialmente otros; todos están presentes en la química agrícola descrita en su manejo e interpretación, en diferentes obras impresas en también diferentes idiomas.

La tabla periódica de los elementos del ruso Mendeleyev, sigue siendo actual y, todavía con un futuro de investigación constante, porque con frecuencia se utilizan en la nutrición vegetal algunos de los elementos de dicha tabla. El más reciente es el sílice que inicia su presencia en las fórmulas de fertilización, con manejo en el mercado nuestro. Las necesidades de producir altos rendimientos y una mayor calidad de las cosechas, lleva consigo el interés y responsabilidad del agricultor, de dar un manejo acorde a sus circunstancias a los suelos que pone en condiciones para el  cultivo del vegetal de mercado; así pues se hace una costumbre indispensable hacer análisis de suelos, de agua y además, de la misma planta bajo cultivo durante alguna época de su desarrollo foliar. Desafortunadamente no tenemos los productores mexicanos todas las herramientas que pudiéramos utilizar para lograr los objetivos de repercusión alimenticia, las limitaciones en la lista de elementos fertilizantes que encontramos en el mercad
o no nos permite dar una nutrición adecuada y total al cultivo, y es por ello y que sin embargo, exponemos en la presente colaboración circunstancias y efectos de los fertilizantes más conocidos entre nosotros que utilizamos para la nutrición del suelo mismo y de nuestras cosechas.

Razones

En la literatura de la nutrición vegetal encontramos indicaciones respecto de técnicas y métodos para aplicar fertilizantes al suelo, con el natural objetivo de que la planta disponga de esos elementos. Sin embargo, la utilización de los mismos debe tener o llevar un razonamiento, el cual arranca o tiene su base en los síntomas o apariencia del organismo de cosecha; no debemos pues actuar con rigidez en cuanto a fechas preestablecidas. Si tenemos un suelo adecuadamente puesto en equilibrio seguramente que éste dará un reflejo en el gasto posible para la fertilización; es decir debemos tener cuidado en la utilización de mezclas y dosis. Sabido es que, cada elemento tiene una o varias funciones (éstas de interacción), que deben satisfacer las necesidades de la planta en sus diferentes etapas de desarrollo y su estructura anatómica.

Empecemos pues. Nitrógeno del suelo, algunas generalidades.

Las rocas originarias del suelo no contienen compuestos de nitrógeno. No obstante, en todas las tierras existen reservas nitrogenadas que provienen del aire atmosférico en virtud de los siguientes procesos: (queremos poner en claro que estas líneas de exposición manifiestan conocimientos entre algunos interesados; sin embargo, la intención es que lleve información general) las raíces de leguminosas son portadoras de nudosidades radicícolas con microbios en simbiosis, que absorben nitrógeno del aire para cederlo a la sabia vegetal –requisito indispensable es la reacción del suelo con tendencia alcalina y presencia de boro-, los residuos de estas plantas son la fuente natural de principios nitrogenados que utilizan con posterioridad otras especies vegetales.

En el suelo existen microbios nitrofijadores que absorben nitrógeno atmosférico para su nutrición, cuyos residuos quedan en el terreno en forma de nitrógeno orgánico.

Las aguas de lluvia disuelven compuestos nitrogenados de la atmósfera, incorporándolos al suelo. Consideremos de gran importancia la aportación en kilos de nitrógeno por hectárea al año.

La materia cósmica de los meteoritos contiene así mismo principios nitrogenados; hace algunos años se publicaron datos que señalaron de tres mil a cuatro mil millones de toneladas de este origen.

Los residuos vegetales y animales del suelo, son descompuestos por microbios, transformándolos en sales amónicas, mediante el proceso de amonización, y con posterioridad, dichas sales son convertidas en nitratos por otros microorganismos, acción a la que se denomina nitrificación.

Ambas clases de microbios necesitan rangos de humedad apropiada, suelo neutro o alcalino, y una temperatura (en el suelo) cuyos óptimos varían de 25 a 40 grados. Con valores inferiores a 15 grados, dichas transformaciones se producen con lentitud, y se intensifican –repetimos- a partir de 25 grados. En este sentido es necesario que los productores entendamos la relación suelo-planta-agua. Ésta para el riego debe tener una temperatura de mínimo 18 grados máximo o ideal 22 grados. Así pues, amonización y nitrificación requieren coincidencia entre temperatura y humedad, que donde es irregular produce efectos muy desiguales.

Estamos describiendo al nitrógeno como el primero de los tres indicados en el principio de fórmula, N-P-K. Los principios nitrogenados del suelo se encuentran en las tres formas siguientes: nitrógeno orgánico, de restos de animales y vegetales; nitrógeno amoniacal, de sales amónicas procedentes de amonización; y nitrógeno nítrico, de nitratos, producidos por la nitrificación. Aquí queremos incluir un aspecto de la fisiología, en el cual el exceso de nitrógeno aplicado para la nutrición puede traslocar nitratos a las hojas y éstas presentan un color verde muy oscuro; significa que hay toxicidad.

El nitrógeno orgánico es absorbido por las plantas cuando éstas forman micorrizas que son hongos, es simbiosis en las raíces, lo que tiene lugar en suelos ácidos, pero en otras circunstancias, la cantidad utilizada por los cultivos es más bien pequeña.

El amonio, sometido a los procesos de fijación en la arcilla y a los cambios iónicos, produce concentraciones débiles en la solución del suelo, cuya consecuencia es escasa disponibilidad de nitrógeno y absorción lenta por la planta. De otra parte, una fracción amónica es fijada interiormente por las micelas arcillosas, que no es utilizada ni transformada en nitratos. Pero además, parte del amonio se pierde en la atmósfera por evaporación cuando la temperatura del suelo pasa de 26 grados centígrados. Por último tiene un campo propio de nutrición con plantas de suelos ácidos donde cada especie lo absorbe con velocidad distinta.

Los nitratos, no retenidos por la arcilla, se disuelven en su totalidad en el extracto acuoso del terreno, con un efecto nutritivo rápido, pero su formación requiere temperatura y humedad adecuadas, cuya coincidencia no siempre es homogénea a través del año. De otra parte, no podemos formar juicio de la fertilidad nítrica del suelo, que depende de la concentración en nitratos de la solución del mismo, la cual varía con la permeabilidad del terreno y con la cantidad de agua que contenga.

La suma de las tres formas, o nitrógeno total, como con frecuencia se expresa, varía en los suelos ricos más o menos diríamos que del uno al dos por mil, que en un pequeño cálculo representa de tres mil 600 a siete mil 200 kilos de nitrógeno por hectárea en espesor de 30 cm., o sea del sustrato al del perfil de suyo conjunto, sólo uno por ciento se transforma en amonio y nitratos, cantidad lógicamente insuficiente para satisfacer las exigencias vegetales, que se han de emplear en abonos apropiados.

Circunstancias del abonado con nitrógeno

La fertilización nitrogenada es la que más complicación ofrece y la que requiere más experiencia para determinar dosis óptimas.

Concurre en primer término la complejidad del ciclo del nitrógeno en el suelo, con formas orgánicas, amoniacales y nítricas, de distinto coeficiente –potencial de relaciones- de absorción para cada especie vegetal.

De otra parte, los nitratos del suelo, principal forma asimilable, pasan por valores máximos del verano al otoño nuestros, y mínimos en invierno-primavera, mientras las épocas nutritivas de las plantas pueden no coincidir con existencias óptimas. Aquí, una vez más queremos recordar los valores físico, biológico y atómico de los elementos.

Así pues, en nuestros climas cálidos, los suelos nitrifican más rápidamente que en los templados, pero la velocidad de esta transformación es distinta según la época del año, por necesitar condiciones de temperatura y humedad no siempre concordantes: las temperaturas de verano no coinciden a veces con la humedad óptima; hemos de interpretar los términos “humedad constante” que puede darse con las lluvias, y “constante de humedad”, que es el rango necesario y aprovechable por la raíz del vegetal; y cuando existen algunas lluvias en invierno las temperaturas no son elevadas, lo que reduce la intensidad de la nitrificación a términos moderados, que sin embargo, estos se dan con mucha luminosidad.

Podemos considerar una conjunción con el clima, la permeabilidad del terreno y la humedad, que hace que los nitratos se difundan en mayor o menor espesor de suelo, haciendo variar la concentración del extracto del terreno, de la cual depende la cantidad absorbida por la planta, circunstancia ésta, que por sí sola indica la indeterminación que existe para fijar dosis de fertilizantes.

Por consideraciones correspondientes al interés de las economías del cultivo y del bolsillo, hemos de agradecer el visto bueno de los mandos editoriales para continuar con el tema cuyos inicios apenas estamos tocando, para próximas colaboraciones.

ROBERTO SIERRA B. / Ingeniero agrónomo, asesor y consultor.
Correo electrónico: ing.sierra@yahoo.com

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