Jueves, 28 de Marzo 2024

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Punto de cruz

Por: EL INFORMADOR

ENTRE VERAS Y BROMAS              

Fácil. Tan fácil como la infalible fórmula de “Si el enfermo se muere, el médico es el culpable; y si se salva, qué milagrosa es la Virgencita de Guadalupe”... Así —implacable, rotunda, lapidaria: punto menos que una definición “ex-cáthedra”— fue la declaración del presidente estatal del Partido Acción Nacional, Eduardo Rosales Castellanos, con respecto a la pesadilla de moda entre los tapatíos (la agudización, si aún cabía, de los conflictos viales en la zona de Patria y Acueducto, merced a la apertura —parcial, apenas— del centro comercial Plaza Andares): “Arturo Zamora es el culpable”.

—II—

Para quienes llegaron tarde a la película: Arturo Zamora Jiménez fue presidente municipal (priista, por cierto) de Zapopan en la administración anterior. Su pecado, según Rosales, consistió en haber encabezado el cabildo que autorizó la construcción de gigantescas torres de departamentos y el polémico centro comercial. Aun en la hipótesis —probable, para efectos de inventario— de que el cuerpo edilicio que Zamora encabezó hubiera incurrido en violaciones al Plan Parcial de Desarrollo, y en la adicional —muy improbable— de que el ex alcalde mereciera alguna sanción por la imprevisión, torpeza, negligencia o corrupción que hubiera detrás del visto bueno del Ayuntamiento a su cargo a esos proyectos, el trabajo de los gobernantes actuales —a los que se paga, con dinero del pueblo, como si supieran gobernar— no consiste en señalar chivos expiatorios con índice de fuego, sino en encontrar soluciones.

—III—

Por poner un ejemplo: Barack Obama aludió reiterativamente, durante su campaña, a la guerra en Iraq y a la actual crisis económica. Empero, no se desgarró las vestiduras por el desgarriate que le heredará el ya casi ex-presidente George W. Bush, ni decidió que lo conducente, en esas circunstancias, es renunciar a recibir el chayote caliente que, a guisa de estafeta, le caerá en las manos el próximo 20 de enero. Por el contrario: pidió el voto de los ciudadanos para dar el golpe de timón que la situación exige.

Gobernar exige personalidad, temple... y, sobre todo, capacidad para resolver problemas. Y al que no le guste gobernar, que opte por oficios más amables... El chochet y el punto de cruz, por ejemplo.

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