| Promesa de magos provoca desastre Por: EL INFORMADOR 6 de octubre de 2008 - 23:00 hs Desde hace un año se hacen referencias al acercamiento de una crisis cuya magnitud llegaría a aquélla que dio origen a la gran depresión económica y propagó las semillas de la Segunda Guerra Mundial. ¡En septiembre de 2007, el mismísimo Greenspan anunciaba el predominio inminente del euro! Vio el cambio de estafeta acercándose. (Premonitorio el equipo olímpico americano que en Pekín haya inéditamente fallado el relevo). La crisis desatada por el colapso de las instituciones financieras de los Estados Unidos señala el fin de una era de expansión crediticia, basada en el dólar como la moneda base de reserva internacional y la transición hacia el nuevo orden mundial que tanto se ha venido presumiendo por dos décadas. Vale ahora recordar el origen europeo del dólar. Durante su hegemonía colonial, la corona española tenía como moneda base el ocho real, del que tanto nos aparece en los cuentos de piratas bucaneros. Teniendo muchas casas de moneda distribuidas por el imperio, era difícil en esos tiempos mantener una calidad estándar en las piezas de plata. En lo que ahora es la república checa, había un pueblo que acuñaba la moneda de mejor consistencia, por lo que se tomó ésta como referente para las demás casas de minas. Joachimsthaler, era el nombre del lugar y a sus monedas se les conoció como el tháler, que los sajones pronunciaron dáler; llegando así al dólar. Debido a la abundancia en plata de las minas novo hispanas, al exitoso peso estandarizado del ocho real mexicano se le quedó el nombre de “el Peso” y éste se volvió luego la principal base monetaria para el intercambio mundial. Al independizarse, las colonias inglesas de América adoptaron al dólar (es decir al peso como ellos lo conocían) para su moneda oficial, amparando la base de plata. Sin embargo, en 1900 deciden cambiar el respaldo de sus billetes impresos por el de oro, prometiendo redimir en bancos el canje del papel maquilado que era más fácil transportar y guardar. La crisis de 1929 se debió al excesivo uso de la imprenta que provocó demasiado dinero fácil sin el respaldo responsable del oro correspondiente, violando la confianza inspirada prudentemente por su lema inscrito: “En Dios confiamos”. Al finalizar la guerra, los tesoreros aliados planeaban el financiamiento de la reconstrucción. Los estadounidenses surgieron como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. No sufrieron las destrucciones como los europeos, tenían una industria manufacturera poderosa y se enriquecieron vendiendo armas y prestando dinero a los otros países combatientes. El acuerdo de Bretton Woods dejó al dólar americano como base monetaria para el sistema financiero mundial. En 1971, Washington rompió el acuerdo y abandonó el patrón oro del dólar, cuyo único respaldo ahora sería la buena voluntad y el espíritu industrioso del pueblo norteamericano. Apadrinando cada dólar estaría la “promesa del pago futuro” de un dólar y los intereses que éste generara. Es decir, el garante del dólar es la deuda del mismo. Liberado del yugo metálico, se desató la bonanza mundial y las distintas regiones del mundo vivieron sus estrepitosos altibajos financieros como veloces montañas rusas. A esta euforia ferial, el presidente Reagan le llamó la “magia del mercado”. Y arrancóse la era que privatizaría las ganancias y socializaría las pérdidas. Habiendo sembrado “Fobaproas” por doquier, los vientos del mundo han regresado las semillas de sus frutos al lugar de origen como plaga catastrófica. NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C. Correo electrónico: nar@megared.net.mx Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones