Sábado, 01 de Noviembre 2025

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Populismo autoritario

Por: EL INFORMADOR

MARTÍN CASILLAS DE ALBA

Los pronósticos apuntaban hacia la división irremediable entre las fuerzas de la izquierda congregadas en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, haciendo una paráfrasis de García Márquez, es la crónica, si no de una muerte, sí de una separación anunciada. Alejandro Encinas declaró que había que refundar al PRD y “revisar no sólo las normas de convivencia, sino identificar las bases de identidad política e ideológica que tenemos”.

Por supuesto, Encinas critica a Jesús Ortega por haber impugnado los discutidos resultados en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, señalando que los trapos sucios se lavan en casa, pues él, por su parte, propone que se castigue a los que hicieron fraude, “incluso por la vía penal”.

Las acusaciones son mutuas y el triunfo resulta ser de Encinas, un hombre que ha sido leal a López Obrador y, por lo tanto, un operador bien entrenado en esas filas desde que fue secretario de Desarrollo Económico, secretario de Gobierno y jefe del Distrito Federal y, cuando joven, miembro distinguido —en esa otra vida— del Partido Comunista.

Los integrantes de la Nueva Izquierda muestran otra cara de la medalla, y por eso no deben de tardar en formalizar lo que sería el nuevo partido con una izquierda más civilizada, por decirlo de alguna manera, una izquierda que respeta a las instituciones, que ve el mundo como es, complejo y global, y que está dispuesta a llegar al poder a través del ejercicio democrático, como el resto de los partidos políticos, y no como lo ha demostrado López Obrador con un populismo autoritario, con el Frente Amplio Progresista (FAP) y la toma del Congreso.

Encinas desea revisar todo y expulsar de sus filas a los que no están con López Obrador, pues sabe que “aquellos que no están con él, están en su contra”; por eso, propone revisar las normas y los referentes que deben guiarlos en el futuro inmediato y que ya no son los que se tenían desde hace años, ni mucho menos, pues ahora la identidad ideológica es una: la que propone López Obrador, y se acabó.

Con esto pretende que haya un clima unilateral, sin disidencia alguna, ni debate, sólo consignas, aplausos y las adulaciones que aseguren —como en los gobiernos absolutistas— que la realidad es ésa que describe el líder máximo y no como la que cree el resto del mundo.

Desea un partido nuevo, distinto y, para eso, han estado trabajando desde hace tiempo formando las bases, como las que ya han formado y que ahora tienen más que hacer: marchas y plantones donde se disfrazan y juegan a la toma de las calles y edificios mientras bailan demostrando así su irreverencia y su fidelidad como nunca antes, pues de tanto repetir —en base a consignas— cómo es el mundo que ha inventado su líder, creen que es la realidad real y no una obsesión producto de la paranoia y la frustración. Parece que han logrado dividir para vencer y poder ejercer su populismo autoritario.

MARTÍN CASILLAS DE ALBA / Escritor y cronista.

Correo electrónico: malba99@yahoo.com

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