Viernes, 26 de Julio 2024

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Política de acuerdos lícitos

Por: EL INFORMADOR

Entre las muchas formas —serias— de entender la política, se podría decir que se trata del arte en donde el saber negociar significa que todos o la mayoría de los participantes en la negociación (y sus representados) logren algunos de los beneficios que se pretende alcanzar.

Lo que en ámbito administrativo implica el ganar-ganar,  siempre y cuando dichos acuerdos sean lícitos y sean transparentados por las vías correspondientes.

No obstante, en este mundo cada quien mata las pulgas como Dios le da a entender, o bien, como se le pega la gana, pero el caso es que no siempre los resultados pueden ser los más positivos, ni para alguno de los negociadores, ni para la parte o ciudadanía que representa.

Los llamados y conocidos manejos en lo “oscurito” parecen ser los más socorridos, sobre todo porque ahí se incumple con todas las reglas éticas y morales, y en donde los únicos beneficiados son los negociadores y si acaso su familia. ¿Le suena?

Es el caso de quienes se dicen políticos hoy en día, que lo único que han logrado es que una buena parte de la sociedad la tome en contra de la política, esa madre de todas las ciencias que ha dado a luz a tantos y tan brillantes exponentes a lo largo de toda la historia universal, y que sin embargo, ignorantes de tan preciados antecesores, muchos de los que hoy han usurpado tan importante calificativo han venido a dar al traste con una etapa de la vida en que —a estas alturas— nuestro país debería vivir una democracia más amplia, más contundente, más desarrollada.

De ahí que me llame la atención el caso del reelecto presidente del Supremo Tribunal de Justicia, magistrado Celso  Rodríguez González, quien con toda claridad y madurez manifestara en rueda de prensa (a pregunta expresa) que efectivamente, negoció con la mayoría de los magistrados y les ofreció corregir lo que consideraran necesario de su actuación anterior, siempre y cuando los señalamientos y propuestas sean lícitos.

Esto es, negociar no es malo, más bien, de eso es de lo que se trata, de exponer y defender en debate frontal la forma de pensar y actuar de una persona, así como aceptar las correcciones que se le hagan, siempre y cuando vayan acompañadas de argumentos válidos, sin sombra alguna de corrupción, precisamente porque si hay corrupción, ninguna negociación puede ser válida.

Es conveniente rescatar que el Poder Judicial es uno de los tres consignados en nuestra Carta Magna, la cual rige a todos los mexicanos, de ahí la importancia de que sus miembros sepan y sean ejemplo a seguir por la ciudadanía, porque si ellos fallan, las esperanzas de justicia se pierden.

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