Domingo, 27 de Abril 2025

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Otra mirada sobre el narcoterrorismo

Por: EL INFORMADOR


No son suficientes para el crimen organizado las decenas de ejecuciones y decapitados diarios, ni las “narcomantas” en las que denuncian a autoridades federales. A todo ello, al parecer le agregaron las dos granadas de fragmentación arrojadas en la noche del 15 de septiembre en la tierra natal del Presidente Calderón, que pueden ser consideradas como mensajes, dicen los entendidos.

En todo el país, el narcoterrorismo demuestra que no es un fenómeno de criminalidad regional, como pretende hacernos creer la perspectiva gubernamental, sino un proceso de descomposición nacional, en parte no suficientemente diagnosticado debido a los depauperados servicios de inteligencia gubernamentales.

Lo ocurrido en Morelia fue una acción terrorista, que expande la violencia en el corazón de la población civil. Los avisos y amenazas que fueron del conocimiento de autoridades locales aseguraron la inmediata respuesta de ambulancias, pero no la prevención del acto terrorista ni la cancelación de la concentración popular. México no sólo ocupa el último lugar de crecimiento económico en los 20 países latinoamericanos estudiados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sino que también en esta temporada de festejos de la Independencia mexicana se estrena como país vulnerable al narcoterrorismo. Una demostración de que el Gobierno está perdiendo el control del país.

Con los atentados se pretende distorsionar la vida política nacional y distraer la atención, de tal modo que la gente magnifica el combate al crimen organizado y se olvida del derrumbe económico del país. Por ejemplo, el proyecto de Presupuesto de Egresos que se propone para el ejercicio 2009 contiene un notable incremento a las partidas de la Secretaría de la Defensa, Seguridad Pública y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), y un decremento en lo destinado a las áreas de salud, educación y seguridad social. Este enfoque muestra a la administración federal interesada en resolver los conflictos del país con represión y reducción de garantías, y aleja la atención pública del empobrecimiento y estancamiento de la economía nacional. Todo, ante una guerra en la que crece la fuerza económica, social y armamentista del narco por un lado, y por el otro, la corrupción de políticos, estructuras militares y policiales y algunos cuadros de la administración pública en carreteras, aeropuertos, aduanas,
puertos y otras vías de comunicación.

Olvidamos que el narcotráfico no es el único enemigo mortal del país, sino además, los consorcios transnacionales; la extranjerización de nuestra economía en servicios bancarios y financieros, en el comercio, en productos agrícolas y en el sector de la energía. Hablar de narco-Estado es olvidar la postración económica a que nos ha llevado el desmantelamiento de la empresa pública y el repliegue del Estado en su rectoría de la economía nacional.

A pesar de lo que opinan los especialistas en seguridad nacional, los narcos en esta lucha no desean probar que ellos protegen mejor a la población que el propio Gobierno, sino más bien mostrar que —igual que al Gobierno— los ciudadanos mexicanos no les interesan.

MARTHA GONZÁLEZ ESCOBAR / Divulgadora científica. UdeG.
Correo electrónico: marthaggonzalez@yahoo.com.mx

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