Miércoles, 14 de Mayo 2025

LO ÚLTIMO DE

|

Nuestros recursos de producción agropecuaria

Por: EL INFORMADOR

La economía agropecuaria tiene dos vertientes: la de la inversión que afecta directamente al bolsillo, y la de los cultivos y animales en explotación. Estas son las bases en la perspectiva de la rentabilidad; tenemos maravillosos climas, para producir cualquier tipo de vegetal de mercado así como cualquiera explotación animal y avícola que se quiera hacer. Pero, como hemos venido exponiendo a lo largo de 50 años y ante quienes nos quieren escuchar, hemos carecido de un proyecto agropecuario.

A pesar de los cuatrienios y sexenios político-partidistas en la administración pública, ahora nos dicen, y lo repiten hasta el enfado o el cansancio y por todos los medios disponibles, sobre todo para el poder público, que dizque tenemos crisis alimentaria y los que vivimos las cotidianas realidades en el campo, pensamos que le estamos haciendo el juego o, “el caldo gordo” al alarmista movimiento de los intereses de los especuladores que, siempre han existido, pero cuya repercusión afecta a países desfasados en las finanzas de la producción agropecuaria.

¿Qué sabe el burro de freno?

Expresión esta muy vernácula y de un pueblo rural que la utiliza para señalar la ignorancia, inexperiencia o ineficiencia de quienes están al frente de responsabilidades que les quedan grandes. Tenemos carencias de trascendencia social que hemos venido arrastrando desde que nos inauguramos como país independiente. Sin proyecto agropecuario, sin proyecto educativo y sin proyecto de salud, somos un pobre sustrato en los menesteres locales, pero, que ofrecemos las mayores oportunidades para todos los que vienen de fuera y que sí ven lo que nosotros no sabemos ver. Grandes oportunidades para hincharse de dinero en las ganancias; la banca (que parece ser ya no es nuestra porque se propició el despojo) es un ejemplo, según informes que se publican de cuántos millones se obtienen de ganancias anuales y constatamos las noticias por las suntuosas edificaciones que sin rubor alguno se exhiben.

¿Y el dinero para el campo a’pá?

En Europa y particularmente en Italia, que nos consta, 7.5% de interés anual y la garantía del crédito, la calidad del producto por norma de la Unión Europea que tienen normas que no permiten “las segundas” en la cosecha del producto final y, menos aún el producto pachanga que es el que más consumimos.

Hace algunos años México utilizó fondos del Banco Mundial para financiamiento de cierto programa para nuestro Estado y que se llamó Inversiones Costa de Jalisco; dinero, que se aplicó para la conversión piloto de ejidos parcelarios a ejidos colectivos. La institución receptora de tales fondos colocaba en la época, en la banca de servicios múltiples, intereses al doblete y, estos servicios de crédito llegaban al interesado al 18.

El campo está quebrado

La pregunta casi ingenua es porqué. ¿Quiénes intervinieron y a quiénes les siguieron el juego? A pesar de todo el campesino (pocos ya por desgracia) con apego a su tierra y junto a particulares que arriesgan su dinero, podemos decir que gracias a estas dos entidades nos asomamos en visita a los mercados populares o a las extranjeras en donde se venden los productos alimenticios, podemos ver toda la gama de productos provenientes de ese campo dolosamente discriminado financieramente.

Es de extrañarse que siendo capaces, porque... sí lo somos de producir cosechas de alto rendimiento y calidad por ventura de nuestros climas no tengamos la oportunidad de disfrutar un producto en su más alta calidad. Ejemplo: el melón “chino” cantaloup que, por ser producto de exportación, se lo llevan del país, quienes manejan el mercado. Nosotros los productores todos no tenemos la cultura para alcanzar el control de mercados; todavía nos duele el codo y “pichicateamos” toda inversión de futuro. Manejamos la costumbre de la especulación fácil: invertimos un peso y queremos ganarnos dos o tres a las 24 horas.

Dinero sí lo hay; voluntad para saber cómo utilizarlo es lo que no se manifiesta. Amable lector somos caminantes en los avatares de la producción del que comer; nos extrañan las noticias alarmantes del aumento de precios de productos como el arroz y, a pesar de lo que expresen o digan los sabihondos de la economía oficial, el mismito día en que se dijo que el precio por kilo no sobrepasaba los 16 pesos, esta columna viajera, a la que abriga esta amable página de los domingos, constató el precio de 22 pesos en los llamados grandes centros comerciales. ¿Profeco? Bien, ¡gracias!

La estrategia de protección

Nunca otros países productores de arroz  han sido como nosotros, “candil de la calle y oscuridad de la casa”. Los países asiáticos que producen el grano cerraron sus fronteras a la exportación dando así seguridad de abasto interno primero, los sobrantes, al mercado exterior.

Un ejemplo más de la falta de planes, que debieran ser regionalizados o zonificados para producción específica, es el alarmista mercado de maíz para producir etanol, y con ello nos preguntamos: qué andamos nosotros preocupándonos por un material para combustión dizque ecológica, si la verdad es que no hemos podido producir cosechas de maíz suficientes para el abasto interno, porque se aprecian varias deficiencias en la logística de dicha producción; y como dice el dicho popular “cría fama y échate a dormir” y nosotros nos fuimos con la finta del adagio, creyéndonos (como siempre triunfalistas a la primera) de los más importantes productores de maíz del mundo. La realidad frente a nosotros y no la hemos querido ver; no hemos llegado a la producción de 14 y 16 toneladas por hectárea en la media nacional, que es la que verdaderamente cuenta en una estadística seria.

Triste situación en las cosechas de frijol

Resulta que uno de los estados que produce este grano casi como tradición, reporta rendimientos en la última cosecha de este año, de 600 gramos la hectárea como rendimiento medio; el frijol tiene un rendimiento de cosecha de tres toneladas, en tiempos no muy lejanos se obtuvieron cosechas de dos kilos 300 gramos, bajo régimen de temporal en la zona de Arandas. Los responsables en secretarías federales y los que están al frente en los órganos de desarrollo rural de los estados, creemos que la mínima obligación que tienen es enterarse de las condiciones en las que se encuentra el campesino; ¡más trabajo de campo señores!

El barril sin fondo

En el presente se nos está atiborrando con la propaganda de la dádiva federal, con dizque apoyo al campo, regalando maquinaria, implementos y fertilizantes para que “vivamos mejor” ¿pues es que no se han dado cuenta que un altísimo porcentaje de nuestros suelos para utilizarse en la agricultura, están erosionados? ¿Cuánto dinero creen los advenedizos de escritorio, rehabilitar una hectárea, y multiplicado este costo por los cientos de miles de ellas por todo el territorio de Jalisco nada más, ya no hablamos del territorio nacional. Regalar el dinero de los contribuyentes sólo precisa del tiempo de estampar una firma; ese mismo tiempo, lo recordamos en lo negro de la historia, tomó a Luis Echeverría perdonar o anular una deuda de muchos miles de millones (35), que estaban en los números rojos de los préstamos a ejidatarios. Dice el adagio popular que lo que no cuesta a buen recaudo. Así que no nos vayamos una vez más con la finta del apoyo dadivoso, porque, nada es gratis y todo cuesta.

Los árboles mueren de pie

Ya se anuncia otro despilfarro representado en la inversión considerable para la próxima reforestación. El árbol forestal debe ser considerado utilitario, además de su función ecológica natural. Pues para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo; los arbolillos destinados para ser plantados en el presente ciclo, ya debieran en gran porcentaje estar iniciando las relaciones suelo-planta-agua. La pregunta del ciudadano común es: si hay suficiente personal capacitado es decir, que sepa o que conozca cómo se maneja el suelo de la cepa (hoyo), porque no es cuestión de hacer simplemente un agujero y poner el arbolillo (nos enternece ver a los escolapios haciendo dicha labor), en esta labor se requiere una capacitación profesional; pero si echamos un vistazo a las instituciones correspondientes, Conafor, no tiene suficiente personal para cubrir las superficies que representa el hectareaje de plantación, calcúlele amable lector entre 120 y 140 árboles por hectárea; los minutos que se lleva un hombre para hacer di
cho trabajo; pero digamos que hay una logística en la que participan tres individuos: el que va por delante haciendo los agujeros con pala o coa especializadas, labor que también puede hacerse con barrena al tractor cuando el terreno lo permite, esto es, en pendientes de no más de 5%; el que va detrás aplantando y el que hace el acarreo. ¡Mejor ahí le paramos en nuestras consideraciones prácticas de campo!

ROBERTO SIERRA B. / Ingeniero agrónomo, asesor y consultor.

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones