Miércoles, 24 de Abril 2024

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“Ni peleonero ni modosito”

Por: EL INFORMADOR

Médico de profesión, funcionario de la Universidad de Guadalajara (UdeG) metido a político, Raúl Vargas López tiene sobre sus hombros la responsabilidad de mantener, aunque sea con aparatos de resucitación, la vida del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Jalisco. Es tal vez su más formidable reto con relación a un paciente que apenas muestra sus signos vitales.

En la conversación que sostuve con el doctor Vargas la semana pasada en el programa radiofónico “Cara a cara”, le escuché realmente preocupado. Sabe que la mitad de los ciudadanos, los que el próximo 5 de julio de 2009 irán a votar para elegir alcaldes y diputados, no quiere saber nada del PRD, es decir, que le manifiestan un absoluto rechazo y por tanto no cruzarán en su boleta el símbolo del sol azteca.

Dice el dirigente perredista que no se merecen tanta animadversión y que de alguna manera ciertos medios de comunicación han contribuido a forjar la imagen de partido rijoso, peleonero. Hasta se queja de que a los grupos que coexisten en ese instituto político se les califique como “tribus”, lo que considera es un trato despectivo.

El caso es que la elección que protagonizaron los militantes del PRD el pasado 16 de marzo fue una muestra nítida de que saben hacer trampas, que sí les gusta pelear y que pueden llevar las pugnas hasta el límite. Y también es conocido que la corriente más radical que acompaña al ex candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, suele encontrar cualquier pretexto para mostrar el rostro más beligerante de la política, enfrentando al orden institucional por cualquier cosa.

Contra eso, contra esa imagen tiene que luchar el dirigente estatal del PRD. Pero también tiene que hacer una labor titánica porque históricamente ese partido ha tenido una muy baja aceptación de los electores jaliscienses, en parte porque se mantiene la tradición proclive a posiciones conservadoras, y en parte porque quienes sí comulgan con ideas y proyectos más liberales no encuentran en el perredismo una opción seria y sólida, sino más bien un enclave de intereses particulares de un grupo que se ha apropiado de su estructura.
El presidente del PRD estatal dice que Raúl Padilla López, ex rector de la UdeG y ex diputado local, no es el mandamás en la organización; que en efecto lo consulta sobre los asuntos que atañen al perredismo, pero que la suya (la del “licenciado”, como se le conoce en su círculo compacto) es una más de las opiniones que escucha antes de que los órganos directivos del partido sometan a votación sus decisiones.

Viene una prueba importante para el partido del sol azteca. Ya ha quedado claro, con el triunfo de Jesús Ortega, validado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que los seguidores de López Obrador irán a posiciones marginales dentro del instituto político, lo que no significa que sea una corriente muerta o en extinción; pero serán los aliados de Ortega (y entre ellos está el grupo de Padilla en el que milita Raúl Vargas) quienes tengan en sus manos la capacidad de decisión para las candidaturas que se pondrán en juego de cara a la elección de 2009.

En manos del doctor Vargas está darle rumbo a un partido que, insisto, apenas muestra sus signos vitales. Él ha definido la disyuntiva para atraer simpatías: no más un partido con facha de peleonero, pero tampoco un instituto “modosito”, que se alinea por conveniencia con la autoridad.

No será fácil remontar la mala imagen que tiene el PRD. No será fácil llegar a niveles competitivos de votación que al menos lleguen a los dos dígitos. Siempre será bueno tener un partido de izquierda que represente los intereses de quienes no quieren regresar al pasado ni someterse a las pobres propuestas del “cambio”.

VÍCTOR E. WARIO / Periodista.
Correo electrónico: vwario@informador.com.mx

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