Viernes, 25 de Abril 2025

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Nada es verdad, todo es mentira

Por: EL INFORMADOR

Hay quienes son tan escépticos que de plano se niegan a aceptar hasta la realidad que palpan, y afirman la imposibilidad de tener o llegar a tener certeza alguna de nada, con la excepción, claro está, de su propio escepticismo. Pero también hay quienes, alejados de tan radical fundamentalismo, optan por explorar los pantanosos terrenos donde el entendimiento fluctúa entre la opinión y la ignorancia, entre la conjetura y la duda.

DUBIO, ERGO SUM: La duda, ya sea metódica, especulativa o práctica, es un sano ejercicio mental que sirve para ventilar y ejercitar el raciocinio; es un camino en el cual seguramente una gran cantidad de seres humanos, con algún nivel de instrucción, hemos sido asaltados de una manera u otra, al hacernos preguntas y no poder responderlas con certidumbre respecto a asuntos tan enigmáticos como el Ser Supremo, el origen y el orden del universo, la creación, el alma, la muerte, el más allá, en fin, todos esos recónditos arcanos cuyas definiciones, en las etapas tiernas de nuestra vida, tuvimos ciegamente que aceptar como creencias absolutas, pero que después, conforme medró nuestra capacidad de raciocinio, ciencia y experiencia existencial, se volvieron, como digo, dudas insatisfactorias.

UN MODELO CABAL: Este trayecto vital lo ejemplifica cabalmente el doctor Sergio B. Peregrina, en su librito llamado precisamente “La Duda”, editado por Impre-Jal de esta ciudad; en él, con lenguaje fluido, llano y un natural sentido narrativo, el autor ofrece a quien lo lea, una sintética autobiografía espiritual enfocada a las certidumbres y titubeos que han jalonado los más de 60 años de su edad en lo que respecta a los conceptos arriba enunciados; describe también su búsqueda de respuestas en filosofías orientales y toca otros puntos afines, que desde luego no despejaron sus dubitaciones, pero que como suele suceder a muchos que llegamos a ancianos, demuestra que hay que aceptar humildemente la imposibilidad de encontrar respuestas, que entre más se escudriña y profundiza se hace más densa la obscuridad y surgen mayores interrogantes, y que, por lo tanto, lo más sensato es acabar aceptando aquello del filósofo: “Sólo sé que nada sé”; y sobre todo, volverse uno tolerante y compasivo con los insoportables que presumen “saber” mucho o ser depositarios de la “verdad”.
JOSÉ LUIS MEZA INDA / Escritor.

Correo electrónico: meza_inda@hotmail.com

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