| Mujeres de verdad Por: EL INFORMADOR 25 de abril de 2009 - 23:00 hs Esta vez me llegó una película de esas que podemos ver en casa, sabiendo manejar su invención con la televisión y ver en la pantalla o monitor toda la historia sin salir. ¡Sorpresa! Vemos cada día surgir maravillas más sorprendentes y ¡quién sabe lo que nos espera! Bien, pues dicha película se titula “La otra reina”. He olvidado los nombres principales de la obra, pero no importa a lo que voy. Se trata de Ana Bolena, dama inglesa que sí existió y cuya biografía se ha repetido mil veces o más en libros, obras teatrales, películas y más películas. Nos traslada a tiempos de Enrique VIII de Inglaterra y, por los problemas que tuvo con el Papa y sus esposas, él también es un personaje novelesco. Lo casaron con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Pero como sólo le dio al rey una hija viva y los demás descendientes o nacieron muertos o murieron en seguida, el rey la tomó con un gran desamor y quiso que el Papa anulara ese matrimonio, tratando de tener mejor suerte con otra mujer. El Papa no concedió esa anulación y Enrique VIII inventó su propia religión -el anglicanismo- y sí se divorció de Catalina, a su real manera inglesa. Creo yo que el ser hija de tan importantes reyes españoles fue una buena razón para que la dejara viva, aunque medio prisionera en un palacio lejano. Como por la corte se hallaba una bella joven, coqueta y ambiciosa, llamada Ana Bolena, Enrique VIII se casó con ella, pero poca suerte, le dio una hija, que sería la famosa Isabel I, vencedora de Felipe II de España, el de la Armada Invencible y, desde entonces, gracias a sus marinos y piratas, Isabel I fue dueña del mundo o casi. Pero sigamos con Ana Bolena. Lo sorprendente es que hace unos años se vendía en España un perfume con fama de bueno y así se llamaba, “Ana Bolena” y mis amigas protestaban cada vez que veían su anuncio. ¡Claro!, Ana Bolena causó la desgracia de la española Catalina de Aragón. Como Ana Bolena tampoco le dio un hijo varón al rey, éste empezó a odiarla y para deshacerse de ella, inventó -¿o fue verdad?- que Ana le era infiel con otros hombres y este delito lo castigaron con la decapitación. El rey, viudo así, tan fácilmente, coqueteó con otras. No sé cómo en esta película sale el monarca inglés tan atractivo porque Enrique VIII, según el famoso cuadro de Holbein, era un hombre gordo y feo. Cosas de las películas. Las mujeres cortejadas por este soberano ¿no tenían miedo al hacha del verdugo? El caso es que otras así murieron, porque el rey aunque achacoso y voluminoso, quería un hijo varón que perpetuara la dinastía. Sólo se lo dio Kane Seymour, quien murió en seguida y el hijo vivió varios años, fue Eduardo VI, un joven débil y muy enfermo que dejó el trono a María Tudor, hija de Catalina de Aragón, y luego a la célebre Isabel I. ¡Cuántas mujeres de verdad en unas pocas líneas: Catalina, Ana, Juana, Ana de Cleves, Catalina Howar, Cataline Parr... cada una es una novela de verdad. GABRIEL PAZ / Escritora. Correo electrónico: macachi809@hotmail.com Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones