Lunes, 28 de Abril 2025

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Monedas de oro y monedas de papel

Por: EL INFORMADOR


La historia del dinero es muy antigua, contarla entera nos llevaría varios volúmenes. Es práctico el modo en que se ha reducido. Antiguamente se usaban reses para calcular el precio de una cosa. Vaya usted a comprar un vestido de mil bueyes. ¡Imposible!

Por eso se inventaron las monedas que fueron y son de oro, plata o cobre. Vemos películas que se realizan en ambientes antiguos y notamos que los caballeros llevan prendidas a su cinturón bolsitas de monedas y con ellas pagan sus compras y dejan hasta el taleguito que las contienen.

Con eso de la selección de mis libros, me he detenido en la biografía de Isabel la Católica. Tantas guerras como pasaron entonces dejaron vacías las arcas de la corona.

Entonces los ejércitos se formaban con mercenarios a los que había que pagar, y con los jóvenes de las levas que levantaban de los pueblos.

Llegó un momento en el cual no había ni un maravedí. Los soldados podían alborotarse. ¡Vaya peligro!, y uno de los nobles, el conde de Tendilla, inventó la moneda de papel. Habían surgido los billetes, cerca de Granada, siglo XV, con la garantía de la firma del conde.

-A ti se te deben 100 maravedíes, aquí están, escritos en este papel.

-A ti se te deben 50...

Iba la promesa de que se los harían efectivos. Lo aceptaron de buen grado y entre ellos se pagaban con ese papel las deudas propias. ¡Un éxito! Y una comodidad. Un papel de 100 pesos no abulta ni pesa. Imagínese usted que tuviera que cargar una bolsa de dos mil quintos.

Hoy hay billetes que parecen de plástico. Los de 20 y 50 pesos, los cuales se pegan unos con otros. Generalmente quien recibe dos papelitos en vez de uno suele ser honrado y devuelve el que sobra.

Vivimos la realidad de que podemos comprar sin dinero, una tarjeta que pasa por una ranura de la maquinita de la cajera nos cobra lo comprado con un dinero que tenemos a kilómetros de distancia. Muy cómodo, pero a mí me gusta más el dinero contante y sonante, aunque la tarjeta y las máquinas suelen ser exactas y no se les olvida el cargar y cobrar comisiones.

Ahora lo malo: que le roben o pierda la tarjeta; ahí el invento no es perfecto y tiene usted que pasar por un verdadero calvario, pues si no recurre a tiempo a poner su queja, quien encontró la tarjeta hace su agosto y eso no lo recupera usted ni con bolsas de maravedíes.

GABRIEL PAZ / Escritora.
Correo electrónico: macachi809@hotmail.com

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