Sábado, 19 de Abril 2025

LO ÚLTIMO DE

|

Mitos y ritos de independencia

Por: EL INFORMADOR


Festejar la propia independencia es uno de los ritos más sagrados para cada generación y también para las democracias libres. Como los adolescentes que buscan liberarse finalmente del cascarón familiar, las democracias exaltan la insurrección rebelde como la gestación de su identidad nacional. Ambos, en teoría, brindan y consagran su mayoría de edad, asumiéndose adultos maduros responsables de sí mismos.

Como nación, los franceses celebran el 14 de julio la liberación de la cárcel parisina (símbolo de la opresión monárquica), proclamando “Libertad, Fraternidad e Igualdad” para todos. Como juventud, los galos celebran cada 21 de junio la Fiesta de la Música cuando las calles de París se desenmascaran por 24 horas; liberadas de coches y asaltadas por conciertos y danzas en cada rincón del tradicional barrio universitario.

La patria estadounidense hace lo suyo desde el 4 de julio de 1776, día que suscribieron los colonos su declaración de independencia ante la corona inglesa; reclamando sus derechos de vida, de libertad y para perseguir su propia felicidad. Por su parte, la juventud gringa se destrampa cada primavera en su “Spring Break”, lo que bien lamentan los hoteles de Cancún.

Los mexicanos, en cambio, lo que celebramos todos es el día del cumpleaños del general presidente de la República don Porfirio Díaz. El mismísimo que inventó el ceremonial del grito para que el país entero se festejara en su cumpleaños.

Los gobiernos de la revolución institucionalizada y ahora los del “cambio” han hecho poco caso a la fecha real, verdadera y oficial de nuestra separación de la corona española. Lo que celebramos no es la independencia, sino más bien una fecha: 11 años antes con el pretexto de que entonces inició el proceso de conseguirla con “el grito” de don Miguel Hidalgo y Costilla, la madrugada del 16 de septiembre de 1810 (olvidando lo que realmente motivó su protesta: que las tropas de Napoleón reinstalaran al desposeído rey ibero, pues ese día se buscaba la restauración de una España desvaneciente y ninguna independencia de nada).

Sucedieron sangrientos episodios de terror por el desorden provocado, e inesperadamente florecieron sentimientos incubados por siglos entre las clases sometidas al dominio europeo. El sueño se hizo pesadilla. Aquí en Guadalajara, las mismísimas tropas del cura Hidalgo fusilaron todas las noches durante 15 días a hombres, mujeres, ancianos y niños sólo por su origen español.

No es sino hasta en 1821 cuando se reconoce estar “en libertad de constituirnos del modo que más convenga a nuestra felicidad y con representantes que puedan manifestar nuestra voluntad”. Tal dice el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, fechada el 28 de septiembre de ese año y suscrita por sólo 35 individuos: “La nación mexicana, que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido... Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados y está consumada la empresa enteramente memorable, que un genio superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó a cabo arrollando obstáculos insuperables”.

El grito, desde luego, es más folclórico que lo escrito. La fugaz euforia del presente mata la verdad complicada del pasado y desconoce cualquier rumbo hacia el mañana.

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones