Menos migrantes y más riqueza

Por 60 años, la migración de mexicanos hacia Estados Unidos ha sido, simultáneamente, una bendición y una pena para quienes se quedan aquí.

Desde la Segunda Guerra Mundial, legal o indocumentadamente muchos de nuestros paisanos —casi todos hombres y mujeres con una clara convicción de superarse— han caminado hacia el Norte para encontrar su sustento y, en no pocas ocasiones, el futuro de su familia. Tanto para ellos como para sus parientes en México su empeño ha provocado grandes beneficios.

Ha sido tanto el provecho que han producido estos millones de mexicanos, que actualmente sólo el petróleo y el turismo generan más dólares al país que lo que ellos envían acá.

Pero los grandes frutos de su labor, que ha dejado huella en cualquier pueblo de nuestra nación, por pequeño que sea, también debe llevar a la reflexión.

Muchos de los migrantes se fueron a Estados Unidos porque aquí no encontraron una forma de satisfacer sus inquietudes; tanto así que, de acuerdo con el informe Situación migración México, de BBVA Bancomer, pese a que muchos de ellos han tenido que apretar sus gastos por la recesión, no han dejado de enviar dinero a sus familiares en nuestro país. Pese a que algunos de ellos enfrentan el mayor desempleo en muchos años en Estados Unidos, optan por seguir del otro lado de la frontera antes que regresar a su patria.

Su valor para migrar ha ayudado no sólo con recursos económicos que sus relaciones afectivas con México no les permiten interrumpir; también en despresurizar la creación de empleos, que aun siendo magra, sería mucho más complicada si los 300 mil o 400 mil que anualmente se van no lo hicieran.

Por primera vez en muchos años el monto de las remesas se está reduciendo. Para fortuna de quienes las reciben, la depreciación del peso frente al dólar hace que no pierdan poder adquisitivo. Pero su caída, a largo plazo, convoca a  buscar que el sustento de muchos mexicanos debe depender de nosotros mismos, de la riqueza que se debe generar, por lo que se tiene que revertir, necesariamente, la dependencia de recursos del exterior.