Más vale que entendamos

La crisis que está viviendo la economía de Estados Unidos a partir de agosto del año pasado ha evolucionado hasta golpear severamente al mercado hipotecario que estremece a los analistas, al quedarles claro que millones de créditos otorgados por el sistema financiero norteamericano no podrían ser recuperados, en virtud de la avidez de las propias instituciones crediticias que por ganar dinero fácil sin importar riesgos, y con base en años de excelentes resultados, fueron generando una enorme burbuja que de pronto se hizo evidente en la economía, forzando el despertar de un plácido sueño que pronto se tornó en pesadilla.

Los acontecimientos se desencadenaron de manera vertiginosa, lo que se pensó era solamente una crisis de liquidez de algunas instituciones hizo evidente la fragilidad del sistema financiero.

Otros países como España y Gran Bretaña están viviendo efectos similares en sus mercados hipotecarios y financieros; la sombra de la Gran Depresión de 1929 apareció en marzo de este año, cuando el Tesoro y la Reserva Federal tuvieron que salir al rescate del quinto banco de inversión estadounidense más importante, sin embargo en los últimos días la economía del vecino país pareció tropezar y el riesgo de desencadenar un crack se evidenció al entrar nuevamente al rescate de dos entidades más y al caer otro de los gigantes financieros de Wall Street.

La administración de Bush decidió aplicar una operación de cirugía mayor al implementar un plan de salvamento con una inyección de cientos de miles de millones de dólares, y con los líderes del congreso habla de una “aproximación integral” a manera de nuestro injustamente vilipendiado Fobaproa, pero ha logrado tranquilizar de momento el sistema financiero.

México, gracias a la adecuada aplicación de políticas monetarias, ha hecho posible que el sistema bancario esté estable, y a pesar de que estamos viviendo una crisis que se ha hecho sentir severamente en los bolsillos de todos, está en posibilidades de sortear los efectos del exterior que sin ninguna duda se dejarán sentir por mucho tiempo.
Son tiempos de esforzarnos más, de ser más cautos, de tener menor endeudamiento familiar, y en las empresas aplicar medidas rígidas, de lo contrario pagaremos las consecuencias.