Domingo, 15 de Junio 2025

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María en Belén

Por: EL INFORMADOR


Fuimos a la misa de la Nochebuena. La iglesia estaba llena, no cabía una persona más, ni de pie. En lo alto del altar se hallaba un bello Nacimiento con pastores y reyes. El sacerdote oficiante nos hablaba del Niño Jesús nacido en el portal de Belén, que era una cueva fría. Las órdenes del César, dueño del mundo de entonces, hicieron moverse a todos los ciudadanos hacia su lugar de origen, y por eso José y María se fueron a Belén... y Belén tenía todas las posadas llenas de huéspedes. No hallaron más que la cueva de Belén para albergarse.

El sacerdote hablaba del Niño, decía lo que ya sabemos y se repite todos los años referente al Salvador. Yo me fui por otro camino: María se hallaba en los últimos momentos de su embarazo, viajaba en burro. Esta circunstancia apenas se menciona.

Tanto los sacerdotes de hoy como los evangelistas de ayer son hombres. Ignoran lo que es esa situación.

Luego, en la cueva de Belén, María dio a luz. Tampoco se detienen los predicadores en este caso. Yo me imagino a la Virgen con sus dolores, ayudada por San José. No pudo ser un parto más dramático. Y el Niño ¿cómo fue llevado al pesebre, después de lavarlo y ponerle los pañales?

En mi infancia nos contaban este importante episodio del modo más simple.

El Niño estaba en el pesebre. No nos decían cómo llegó allí ni cómo quedaba agotada su pobre madre recién parida, llena de dolores con un porvenir que arranca lágrimas.

En estos pensamientos se me fue la misa. La Virgen María estaba en el “Nacimiento” de la iglesia, adorando a su Hijo como si nada le hubiera pasado a ella.

Acabó la misa. El sacerdote nos bendijo y allá quedó la Sagrada Familia: el Niño, San José y la Virgen María sin poder olvidar lo que acababa de pasarle.

A ella, muchacha jovencita, dediqué mis pensamientos, mis oraciones, mis peticiones y “Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”...  “Muéstranos a Jesús, Fruto bendito de tu Vientre”, “siempre Virgen María, ruega por nos para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo”.

Así sea.

Gaspar, Melchor y Baltazar

Se acabaron las fiestas navideñas. Ahora a pensar en un año nuevo, en nuestro trabajo, como si no hubiéramos tenido este agradable paréntesis que ha reunido a gran parte de la familia.

Cierran esta cálida serie los Tres Reyes Magos de Oriente y vienen a mi recuerdo aquellos 6 de enero en los que no tenían la competencia de Santa Clos ni de Papá Noel.

Hoy, al levantarme y calzarme, noté que en uno de mis zapatos había algo que impedía que entrara el pie. Metí la mano y hallé una caja de cristal. Aunque era transparente no veía lo que llevaba en su interior. La abrí y, como en una cascada mágica, empezaron a salir carritos, muñecas, caballitos, pelotas, dulces, mecanos, calcetines y bufandas.

Era como revivir los años pasados y en cada regalo, con la bella letra de mi padre, Gaspar, Melchor y Baltazar me habían escrito un deseo de felicidad.

¡Qué bello sueño!

GABRIEL PAZ / Escritora.
Correo electrónico: macachi809@hotmail.com

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