Miércoles, 24 de Abril 2024

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Los presupuestívoros

Por: EL INFORMADOR

Economía y fisco

El instrumento regulador de la hacienda pública cada año realiza su función atendiendo a las necesidades crecientes de un Gobierno cuya burocracia crece más rápido que la capacidad de los contribuyentes para sostener las pesadas cargas públicas.

El Ejecutivo por medio de su órgano financiero, la Secretaría de Hacienda, toma el presupuesto del año anterior y aumenta lo que cada secretaría pide. Así se van concentrando los requerimientos de más personal, más mobiliario, más equipo, más vehículos, más útiles.

Por su parte, el Congreso ejerce su función crítica y reasigna, reubica, reacomoda partidas, quita y pone, siempre  teniendo buen cuidado de no afectar intereses vitales y menos los propios de las cámaras. Por su parte, el Ejecutivo y el Legislativo cabildean para que no modifiquen su presupuesto en lo sustancial, que son las partidas del gasto corriente: sueldos, emolumentos, gratificaciones, bonos de productividad, aguinaldos, gastos de viaje, ciertas comodidades como vehículos, choferes, custodios, celulares, viáticos, gastos de representación, regalos para otros funcionarios, remodelaciones de oficinas y obras suntuarias, seguros de vida, de enfermedades mayores y menores, extensivos a sus familiares. Son las pequeñas  recompensas por dedicar su vida al estresante servicio público, que al fin y al cabo no pintan en los miles de millones que se manejan y sólo son para los funcionarios de cierto nivel para arriba.

Si la función de elaborar el Presupuesto de Egresos se encomendara a profesionales independientes, partiría de la base cero. Esto es, que en ninguna partida se parta de lo ejercido el año anterior, sino que se justifique la necesidad de cada erogación en relación con el servicio que prestará, o el beneficio que obtendrá. Que se compruebe que cada persona que figura en la nómina realmente existe, tiene una función específica, que su remuneración corresponde al puesto que desempeña y que concurre invariablemente a desempeñarla. Garantizo que se llevarían la sorpresa de su vida los propios funcionarios gubernamentales que formulan el presupuesto sin preocuparse de estas minucias. Por lo demás, el presupuesto de ingresos soslaya los efectos de la crisis. Aunque redujo las expectativas de crecimiento del Producto Interno Bruto; cuando las cuentas alegres muestren un déficit, simplemente aprobarían un nuevo adeudo para cubrirlo, antes que reducir el gasto corriente y prescindir de sus prebendas políticas en un año
electoral.

El Gobierno no quiere entender que la crisis mundial se traducirá en escasez de dinero barato que abundó en los últimos años, y que para impulsar el crecimiento con infraestructura carecerá de los recursos necesarios. Tampoco toma en cuenta la caída del precio del petróleo, disminución de remesas del exterior, la baja en la recaudación por la reducción de los consumos, y no lo ven porque aún no nos ha llegado el coletazo del huracán financiero, que se espera haga crisis en México a mediados del año próximo, según pronostican los expertos. Necesitamos un presupuesto que limite la ambición de los presupuestívoros insaciables.

LUIS JORGE CÁRDENAS / Contador Público Certificado.
Correo electrónico: luisjcardenas2@hotmail.com

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