Los aviones y el destino

La caída de un avioncito jet, entre la avenida Reforma y el Periférico en la Ciudad de México, colisiona con autos, transeúntes y cemento, causando la muerte de todos sus ocupantes, altos funcionarios federales y cinco o seis ciudadanos, y origina además una numerosa controversia desde los testigos: unos dicen que cayó envuelto en llamas, claro, el roce entre el fuselaje y la atmósfera a la altura y velocidad en que iba la aeronave produce que se incendie, otros dicen que no, que cayó en picada nada más; haya sido como haya sido, la detallada explicación que dio el secretario de Comunicaciones, Luis Téllez, acerca del avionazo sucedido a 10 minutos de distancia de la residencia presidencial de Los Pinos, no satisfizo al público, que en su mayoría está dispuesto a aceptar que ese fue un atentado del narco.

Téllez descartó problemas mecánicos de la aeronave o errores cometidos por los operadores de la torre de control, ya que había buen tiempo. Expertos de Estados Unidos harán el dictamen final, que apunta hacia la impericia del piloto. De todos modos: “Los jóvenes no creen en nada, ni en los políticos, ni en la economía, sencillamente en nada”, dijo el Presidente de la República en días pasados, y quizá debió incluir a los adultos. Cualquiera que vaya ser el dictamen, la gente ya hizo su propio juicio. Ha sido entrenada por el mismo Gobierno para desconfiar.

Ésta es la oportunidad para ampliar la investigación hacia las condiciones en que funciona el Aeropuerto de la Ciudad de México. Y no dejar que avance la teoría del “ya le tocaba”. El pasado abril, el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo, días después de la inauguración de la Terminal 2, denunció las dificultades con que trabajan, como resultado de la saturación de vuelos y las fallas en la construcción de uno de los elefantes blancos del sexenio pasado sobre el que pesan graves sospechas de fraude. “Las operaciones se dan a través de una tercera persona y suponen que el avión está donde les dicen que está”, explicó Gustavo Alcalá Estrada, secretario general del gremio. “Ese edificio que hicieron (la Terminal 2) es un bonito hotel y tiendas, es para lo único que sirve. El problema sigue estando arriba, la saturación (en las operaciones) es tremenda”, según Alcalá Estrada.

El narco no ve peligrar sus acciones. El “combate” que afronta es más mediático que real, los funcionarios civiles que dirigen a la tropa y a los mandos policíacos no han logrado detener a la delincuencia organizada, y nada justifica todavía, los atentados. En apoyo de esta afirmación, citaré solamente la del procurador antimafia de Palermo, Italia, que declaró (“La Jornada”) que el combate a las mafias en México es similar al que Italia tenía —¡hace 40 años!— y que “uno de los requerimientos para ser eficaces contra la delincuencia organizada es que los investigadores y magistrados sean independientes del poder político”, reiteró que en “los bancos y centros financieros se esconde la fortaleza del crimen organizado”.

MARTHA GONZÁLEZ ESCOBAR / Divulgadora científica. UdeG.
Correo electrónico: marthaggonzalez@yahoo.com.mx