Miércoles, 24 de Abril 2024

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Laura y Miguel

Por: EL INFORMADOR

Puede ser que los nombres de los personajes no sean exactos. La historia, en cambio, es verdadera...
Sus caminos —cosas del destino— se cruzaron.
—¡Laura! —exclamó él.
—¡Miguel! —reviró ella.
Se detuvieron. Se aproximaron —incrédulos, emocionados, nerviosos— uno al otro.
—Perdón —balbuceó él, un paso antes del abrazo que parecía inminente—...: usted no es Laura.
—...Y usted no es Miguel —dijo ella.
Hubo un segundo de turbación.
—No soy el Miguel en que usted estaba pensando —acrecentó él—..., pero, casualmente, sí me llamo Miguel.
—Ni yo soy la Laura con quien usted me confundió —dijo ella—..., pero también me llamo Laura.
(El resto de la historia queda a expensas de la imaginación del lector amable).
—II—
El episodio viene al caso por un artículo de Juan José Millás, publicado el viernes pasado en “El País”, de Madrid...
“Qué dilema, Dios, el del contribuyente —escribe Millás—. O va a las urnas y da por buena una campaña que ha competido en zafiedad, incultura y mal gusto con los programas más tirados de la tele, o no va y permite que cada uno lea su abstención como le convenga. También puede ir y votar en blanco —agrega—, pero tiene uno la impresión de que ese voto es una respuesta floja, inane, a la agresión intelectual de que hemos sido víctimas durante las últimas semanas”...
Millás hace un balance sumario de las batallas, pródigas en insulsas, estridentes pero estériles balas de basura verbal, amén de ofensivamente onerosas, entre los candidatos, sin que apareciera en ellas, ni por equivocación, una sola idea. “De haberla visto —afirma—, habríamos corrido tras ella”. Pesimista, augura que “se puede caer más bajo todavía”...
—III—
Como en la historia de Miguel y Laura, la “confusión” estriba en que mientras el lector, en México, tal vez está pensando en una cosa, el artículo de Millás alude a otra: las próximas elecciones... en España, de cara a la integración del Parlamento Europeo. Sin embargo, quizá la desoladora conclusión del escritor —sin proponérselo, sólo porque así de pequeño es el mundo de Laura y Miguel—, sea aplicable a los dos casos: “En la decadencia política, no hay límites en el descenso a los infiernos...”.

JAIME GARCÍA ELÍAS

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