La guerra contra el narco

Pensar que a nosotros no nos iba a tocar la burbuja de la violencia, obviamente era un deseo más que una realidad. Y así lo demostraron los hechos este pasado miércoles, en el que cuatro sicarios supuestamente al servicio de los Beltrán Leyva, atacaron con granadas la Secretaría de Seguridad Pública Estatal. No es una novedad; algo similar ocurrió en Guerrero y Michoacán; más tarde en Veracruz y Tabasco; luego la violencia se trasladó a Monterrey, de allí a Tijuana y a toda la frontera de Tamaulipas. Pero hoy por hoy el epicentro de las guerras entre capos de las mismas bandas de criminales son Sinaloa y Chihuahua. Rotas las antiguas alianzas entre los cárteles y reconfigurando las nuevas, se ha vuelto un doble enfrentamiento, por un lado la del Estado con el narcotráfico y de las organizaciones de éste entre sí.

Unos opinan que la guerra se está perdiendo, pero yo pienso que esto es al contrario, pese al número tan grande de víctimas, porque si vemos los números fríos, pero con una mirada más profunda, se puede observar otra realidad. Desde que comenzaron los operativos contra el narcotráfico, hace 18 meses, han muerto por diferentes razones —ya sea porque cumplieron con su deber y no se dejaron corromper, o a lo mejor porque eran parte de alguna forma de corrupción— unos 500 elementos entre militares y policías. En este mismo tiempo, la cifra de personajes relacionados con el narcotráfico que han muerto supera los cuatro mil, o sea, que sólo en la batalla entre organizaciones criminales, más de cuatro mil miembros han sido eliminados por ellas mismas. Si a eso sumamos los más de 22 mil detenidos por delitos relacionados con el narcotráfico y los 41 capos extraditados a Estados Unidos, queda más que claro que las cifras no son nada favorables a los criminales. Ahora sumémosle el decomiso de 55 toneladas de cocaína pu
ra, casi tres mil toneladas de marihuana, mil 140 kilos de metanfetaminas y 42 mil kilos de percusores.

Por otro lado tenemos que aceptar que el narcotráfico sigue actuando, que en la zona andina de América del Sur la producción de cocaína aumentó 40% el año pasado, llegando a mil 500 toneladas. Y es verdad que esa cocaína se distribuye por el mundo y hay mercados como Europa y Brasil en franca expansión. O sea que cocaína hay, pero el mercado por la vía de México se está encareciendo y, por lo tanto, reduciendo. El consumo de la coca en Estados Unidos ha registrado una caída debido al precio que ha aumentado en 44%, y las metanfetaminas cuestan 74% más.

Eso explica la violencia, pues sin duda hay droga, pero el costo de trasladarla a través de México se está poniendo cada día más difícil, por eso aumenta el precio. Y también por eso, si se dificulta la entrada de droga a Estados Unidos, parte de la misma se está comercializando dentro de nuestro país. Peligrosísimo.

CARLOS CORVERA / Analista político.
Correo electrónico: corveracmx@hotmail.com