Viernes, 19 de Abril 2024

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La ética de capitalismo

Por: EL INFORMADOR


Max Weber se hizo célebre al analizar sociológicamente la relación que se daba entre religión y sociedad, y más específicamente entre religión y capitalismo. Glosas precipitadas de su pensamiento llegaron a la conclusión de que el desarrollo del capitalismo, visto como algo positivo y exitoso, se debía a la peculiar ética protestante.

Una conclusión semejante hoy día es insostenible desde diversos puntos de vista, en primer lugar porque el propio autor nunca consideró que el capitalismo fuese un producto directo, querido y consciente por parte de los postulados religiosos protestantes; por otra parte es evidente, desde el análisis de la historia, que el capitalismo como sistema económico no se abrevó exclusivamente en fuentes religiosas.

No obstante se desarrollará el prejuicio de que las sociedades protestantes son ricas y poderosas por ser protestantes, prejuicio muy admitido por no pocos ideólogos y políticos mexicanos del siglo XIX, deslumbrados como buenos braseros, del despunte económico norteamericano. Estas posturas delataban desde luego una notable ignorancia tanto de la historia del Occidente, como de la historia misma de los sistemas económicos, ya que tanto el imperio alemán en la Edad Media, como el imperio español en el Renacimiento o el imperio austrohúngaro, contemporáneo a Weber, habían sido ricos y poderosos, y habían surgido en sociedades católicas; la riqueza de las potencias orientales tampoco tenía nada que ver con los postulados calvinistas o luteranos.

Sin embargo, el abandono actual de las tesis de Weber no obedece únicamente a factores de análisis histórico y sociológico, sino a la misma comprensión de lo que significa la ética, pues esto nos llevaría a considerar que si la ética del capitalismo es una ética protestante, entonces el protestantismo no es cristiano, toda vez que la ética cristiana contravendría el espíritu del capitalismo desde su misma raíz.

En efecto, un sistema económico que establece el lucro y la ganancia individual como el objetivo supremo, y postula que para lograrlo todos los medios, morales o inmorales son válidos, no puede llamarse cristiano. El genocidio hecho por ingleses y holandeses en Sudáfrica y China durante el siglo XIX, la intromisión maquiavélica de los norteamericanos en los asuntos políticos de América Latina, las invasiones de Afganistán e Iraq, la usura mundial que ejercen las potencias explotando a los pueblos pobres con intereses onerosos, la misma especulación financiera de nuestros días y la devastación ecológica que estas mismas admiradas y alabadas potencias provocan, no puede llamarse ética cristiana, aunque algunos piensen que sí pueda llamarse ética protestante.

Finalmente debemos considerar que hace ya mucho tiempo que la mayoría de los ricos y poderosos de este mundo dejaron atrás sus convicciones religiosas y sus valores éticos, exhibiéndolos solamente cuando hay que prestar juramento o cuando andan en campaña; para el resto de su vida, sobre todo económica, se atienen a sus intereses, y si salvaguardarlos trae consigo hambre, miseria y muerte a pocos o a muchos seres humanos, aguas, bosques, animales de toda especie o a la capa de ozono, es asunto que les tiene sin cuidado.

ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO / Licenciado en Historia.

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