Viernes, 26 de Julio 2024

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La cumbre de Copenhague

Por: EL INFORMADOR

La semana anterior, el gabinete de Gobierno de Nepal se reunió a más de siete mil metros de altura en las cumbres del Himalaya; la junta tenía como escenario un hecho dramático: el deshielo de los milenarios glaciares, y como propósito llamar la atención del mundo sobre un hecho: el incremento de la temperatura de la superficie del planeta. Las causas de este calentamiento están relacionadas con el aumento de la población en el mundo, la creciente industrialización a base de consumir recursos energéticos no renovables y los ciclos climáticos.

Para atender esta realidad se celebró hace 17 años la Convención sobre el Cambio Climático en Río de Janeiro, Brasil. Entonces el propósito fue “estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, en un nivel que pudiera prevenir daños producidos por el hombre que interfirieran con el sistema climático”.

El Protocolo de
Kyoto, que da seguimiento a estos propósitos, fue firmado en 1997 y tomó fuerza en 2005. Su primer periodo de compromiso inicia en 2012, y se espera que se implementen otras obligaciones para los estados. Éste es el reto esencial de la 15ª. Conferencia de las partes que suscribieron la Convención sobre cambio climático (UNFCCC, por sus siglas en
Inglés), que inició el 7 de diciembre en Copenhague. Sin un nuevo acuerdo global profundo, no hay oportunidad de prevenir el cambio climático de graves consecuencias para la Humanidad.

Desde la firma de la Convención (UNFCCC) muchas cosas han cambiado en el mundo: por una parte, se ha confirmado que la velocidad de los cambios climáticos se acelera, y la actividad del hombre sigue incrementado la temperatura por el efecto de los gases. Se calcula que al final del siglo la temperatura promedio se levará de 1.1 a 6.4 grados centígrados.

En el mundo los efectos son notables desde el Ártico, en donde se derriten también los hielos, hasta los desiertos en México, produciendo un crecimiento del nivel de los mares de 3 a 3.5 milímetros al año, más que el doble del promedio en todo el siglo XX.

Por otra parte, es también un grave asunto político y de gran relevancia moral, porque tolerar un daño irreversible es al fin de cuentas un atentado a la vida. Por eso están presentes líderes de la tecnología, de la ciencia y de la política, dado que la solución es reducir la emisión de gases que solamente se consigue con un cambio estructural en la forma de producir energía, en la forma de movernos y en la forma de consumir, lo que representa un cambio profundo en la economía del mundo.

En Copenhague se escriben las líneas del mundo del futuro. Importante saber leer los acuerdos y sus consecuencias, para cada comunidad y nación. No se trata sólo de una cuestión de bonos verdes, sino de entender las nuevas tendencias que se deciden para la tecnología, la energía y las comunicaciones. Para México es la oportunidad de estar a la vanguardia de los compromisos para estar en línea con este cambio necesario, deseable y de alguna forma inevitable.

LUIS SALOMÓN / Doctor en Derecho.
Correo electrónico: luisernestosalomon@gmail.com

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