Martes, 23 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE

|

La Universidad Nacional está reunida

Por: EL INFORMADOR


Mañana luminosa y fría del otoño ya presente. Las edificaciones de Ciudad Universitaria, en buena hora declarada “Patrimonio de la Humanidad”, se enfilan a lo largo de la avenida de las Facultades, entre espacios verdes que dan tonalidades al paisaje bucólico y placentero a la vista y al estado de ánimo. Riadas de vehículos, riadas de estudiantes circulan por sus callecillas simétricamente trazadas, en un alarde increíble de arquitectura sensiblemente moderna, sensiblemente mexicana, en los viejos asientos de prístinas culturas prehispánicas y en los residuos de lava volcánica que desbordaron en épocas prehistóricas estas porciones del Valle de México, y que el ingenio, la creatividad de los alarifes mexicanos lograron diseñar un modelo del campus universitario único en el orbe.

Nos dirigimos a la Facultad de Arquitectura, un conjunto de edificaciones realizadas en el paroxismo de la imaginación. Corrillos de profesores, supuestamente, por su atuendo impecable que portan, estudiantes, alumnas, muchachas guapas y de aspecto vivaracho. ¿De qué se trata?, pues, al fin de cuentas, llega la hora precisa en que oficialmente se va a anunciar el inicio de los festejos del centenario de la fundación de la Universidad Nacional, y que, desde luego encabezaría el propio rector Narro.

El acto es de doble intención, la organización perfecta; todo medido, todo calculado transcurre con exactitud, con estudiada logística, y el “Teatro  Carlos Lazo” de la citada facultad, lleno de bote en bote. La esencia del saber, del conocimiento, de la intelectualidad está ahí reunida. El programa transcurre exactamente, matemáticamente, con una especie de simetría cabal.

Se premia a los participantes en el concurso para el diseño del “logo” del centenario universitario, se pasa un video con el programa de festejos, y con vistas de distintas épocas de la vida de la Universidad Nacional; el rector Narro lee su discurso, exalta la figura de Justo Sierra, pero olvida la participación de Ezequiel A. Chávez y el nombre de su primer rector, Joaquín Eguia Lis. Discurso profundo, medido, calculado, meditado, ni una palabra de más. Se extraña del por qué en las efemérides tan publicitadas, el bicentenario del inicio de la Revolución de Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana, por qué se excluye el de la Universida Nacional.

Termina el acto, con un estruendoso “goyas”, y después, vendrán los saludos y los reencuentros. Ahí está, en plena la plana mayor de la institución. Los directores de escuelas, facultades e institutos; el secretario general Sergio Alcocer, pulcro, muy propio en su papel; Lourdes Chehaibar (vaya apellido), la inteligente directora del Instituto de Estudios sobre la Universidad y la Educación; la directora de la Biblioteca Nacional: nuestro buen amigo Nacho González Polo —“Herodoto en Polititlán”—; la directora general de la Escuela Nacional Preparatoria; Ambrocio Velasco, el filósofo de la Facultad de Filosofía; Estercita Navarro, académica de Políticas; Juan José Dávalos, de Economía, e incluso un nieto del general Enrique Guzmán, y el biznieto de Joaquín Eguia Lis, que también lleva el mismo nombre. Gran “pachanga” universitaria, gran festejo de la intelectualidad, al fin y al cabo, como quería Sierra, se logró mexicanizar la ciencia y el saber. No faltaba más.

MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA / Periodista.
Correo electrónico: loppra@economia.unam.mx

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones