Lunes, 21 de Abril 2025

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Impropiedades del oro negro

Por: EL INFORMADOR


La constante subida de los precios del petróleo es reflejo de las condiciones básicas de la oferta y la demanda. La economía mundial crece con rapidez, especialmente por el gran empuje de los monstruos demográficos: la China y la India. Esto ha provocado un aumento contundente de la demanda mundial de energía, principalmente para electricidad y transporte. Sin embargo, los suministros mundiales de petróleo, gas natural y carbón no crecen con la misma tasa que su consumo. El desenlace inminente resulta obvio.

Para mantener la maquinaria económica del mundo, es evidente que se deberán desarrollar nuevas tecnologías energéticas más baratas que los combustibles fósiles y todavía aún más eficientes, ahorrativas y sostenibles.

La tecnología más prometedora a largo plazo es la que aprovecharía la energía solar. La radiación que el Sol deposita sobre nuestro planeta cada año es aproximadamente mil veces superior al uso energético comercial del mundo, lo cual significa que basta tener la capacidad de aprovechar una pequeña parte de ésta para saciar lo inmediatamente necesario y todavía nos quedaría para largo rato.

Para entender mejor la situación del petróleo hay que tomar distancia en el tiempo, mucha distancia. Los combustibles fósiles son fósiles porque son lo que ha quedado de los restos de organismos biológicos que vivieron hace ya muchos millones de años; algas, bacterias, hongos, plantas y animales que alguna vez nacieron, crecieron, se reprodujeron y murieron.

Algo que comparten todos los seres vivos (incluyéndonos los humanos, desde luego), es que desde su medio ambiente toman hacia el interior de sus cuerpos lo que necesitan y quieren para crecer y vivir; y al medio ambiente tiran lo que les sobra, repugna, daña o estorba. Al final, hasta los cuerpos mismos quedan entregados a su entorno; devueltos, digamos.

Las condiciones ambientales de nuestro planeta han cambiado a medida que los procesos de vida han evolucionado; hasta han sido modificados por estos mismos procesos. Las primeras plantas que tomaban energía del Sol, agua y bióxido de carbono para crecer, lo hacían (como todavía ahora) a través de su mágica fotosíntesis; comían luz. Así se volvieron las principales productoras de materiales nuevos al sintetizarse los componentes químicos que formarían sus propios cuerpos. Sus cadáveres conservaron estos materiales que se formaron con la energía que se tomó de los antiguos rayos del Sol.

La atmósfera que prevalecía al principio tenía muchísimo más bióxido de carbono que ahora, lo cual provocó un crecimiento rápido de las plantas y su biomasa. De aquí vienen los restos fósiles que ahora presumimos energéticos petroquímicos; oro negro de interés nacional. Lo que hoy llamamos yacimientos, antes eran grandes cementerios. Ahora, el calentamiento global provocado por los “gases de efecto invernadero” se debe a que, al quemar estos materiales para extraerles su energía (provino originalmente del Sol), estamos deshaciendo la fotosíntesis y devolviéndole a la atmósfera sus condiciones anteriores (al calor normal de hoy le sumamos el calor de antes). Nuestra contaminación del aire es regresión atmosférica.

Mientras tanto, aquí estamos atorados con que no hay remedio fácil para el problema de un Pemex despetrolizándose. Protegidos bajo el paraguas del precio estratosférico del petróleo y del mito nacional, los foros sobre el tema están sirviendo más que nada como un debate de sordos; un desfile de soliloquios autistas donde lo importante no es una estrategia energética inteligente, sino más bien para exhibir la miopía en la visión de nuestras políticas públicas y la paradójica manera inconstitucional que se ha operado, desde 1960, nuestra ineficaz empresa monopólica estatal. La cual van a sanear y heredar bien a todos. ¿Y la energía solar, “apá”?

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

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