Viernes, 26 de Julio 2024

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Historias de reportero

Por: EL INFORMADOR

Cordero y Julio

Ernesto Cordero no tiene las credenciales internacionales para ser secretario de Hacienda. Tampoco las tenía Jaime Serra Puche, y le estalló la crisis económica que profundizaron los “errores de diciembre” de 1994. Lo peor de la debacle actual, en los números, ha pasado, pero nadie se atreve a descartar que venga de nuevo. ¿Estará entonces preparado Cordero para levantar el teléfono y que del otro lado de la línea le contesten de inmediato, sepan quién es y se sientan cómodos de hablar francamente con él, los titanes de la economía internacional? ¿Por qué Cordero?

La respuesta me la dio un integrante del Gobierno, de los que tienen el acceso y respeto del Presidente Calderón: “¿Y cuándo va a poner el PAN a su primer secretario de Hacienda? Ya es hora, ¿no?”

Las preguntas parten de la base de que en más de dos décadas, incluso durante los sexenios de Fox y Calderón, los encargados de las finanzas nacionales han salido de un grupo con formación tecnocrática y militancia priista: Carlos Salinas, Pedro Aspe, Guillermo Ortiz, José Ángel Gurría, Francisco Gil y Agustín Carstens. El PAN lleva 10 años en el Gobierno federal y no ha creado un cuadro suyo con credenciales para ocupar Hacienda. Ahora, Cordero tendrá que hacerlo en tiempo récord y para ello puede emplear dos llaves que deben abrirle las puertas en Washington y Europa: el nombre de su amigo, Felipe Calderón, y el mensaje de Los Pinos —divulgado desde hace cosa de 100 días— de que el precandidato presidencial estrella es él. Sus allegados prometen que dará un giro que Hacienda necesita y no ha experimentado en años.

¿Sacar a un “caballo a la Silla Grande” de la Secretaría de Desarrollo Social para mandarlo a Hacienda no es matarlo políticamente? Otro funcionario de primer nivel en Los Pinos contestó así a este reportero: el próximo año en Sedesol le tocaría anunciar irremediablemente que habrá seis millones de mexicanos en pobreza extrema todavía, adicionales a los de este 2009, mientras que en SHCP será el secretario de la recuperación económica, el re-empleo y los buenos resultados.

El Presidente está pensando en su partido. Veremos si le sale.

Saciamorbos

El periodista Julio Hernández aborda en su columna “Astillero”, de La Jornada, lo redactado ayer aquí en “Historias de Reportero”. Señala que se vinculó a los críticos del Teletón con la amenaza telefónica de explotar el Centro de Rehabilitación Infantil de Tlalnepantla, que obligó a su desalojo el lunes.

No es por ahí. La crítica, la duda, la denuncia, la sospecha y el escepticismo contribuyen al equilibrio democrático y al periodismo serio. El discurso que no cuestiona, sino odia; que no argumenta, sino insulta; que no está abierto a modificar su posición, sino que amenaza; que entiende la libre expresión como el espacio para la violencia verbal (casi siempre desde el anonimato) contra el que piensa diferente, estoy convencido que conduce a la violencia física, a las amenazas de bomba y a las bombas.

El reconocido Julio Hernández no está en este grupo, ni todos sus lectores, ni todos los anti-Teletón. Pero sí muchos, muchos que desde esa trinchera juegan peligrosamente con la violencia verbal (nunca antes había sido amenazado un CRIT) al grado de regalar a este reportero —nomás ayer— dos perlas, tomadas del portal de “El Universal”: “Una bomba es la que te vamos a meter si sigues escribiendo sobre el indeseable Teletón”, advirtió un tal “Bofertón”, y con ¿más humor? alguien autonombrado “Insurgentes” expresó que “acabo de poner una bomba debajo de tu asiento, échame a los federales”. Para los primeros, si me expresé sin exactitud, una disculpa. Para los segundos, que parecen ser más, ni una línea atrás, ni una disculpa y sí una condena y un anuncio: a mí no me amedrentan.

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