Sábado, 04 de Mayo 2024

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Guadalajara, a los 500 años

Por: EL INFORMADOR


Todo régimen político inventa su narrativa de mitos, dogmas, tabúes, héroes y relatos de gloria, diseñados para provocar la lealtad e identidad de sus ciudadanos súbditos. Cuando un régimen cae, se desmorona consigo este sustento ideario; y viceversa. Para los mexicanos, éstos están principalmente basados en los símbolos de nuestra Independencia y nuestra Revolución, cuyas celebraciones de bicentenario y centenario ya se anticipan para 2010.

Sobresalta la tibieza con que se viene manejando públicamente el tema ya desde el sexenio pasado. Como una papa más podrida que caliente, se ha estado pasando de mano en mano la estafeta oficial. Además, acecha la sombra del hechizo histórico que el año 10 de un nuevo siglo trae consigo un desbarajuste para las cosas mexicanas. Vanagloria y superstición son las dos caras de nuestra moneda.

En esta transición de regímenes (en la que presumimos estar atravesando por el puente que lleva de la dictadura perfecta a la democracia prometida), poco a poco se nos deshilvanan las ataduras del pasado, mientras todavía buscamos afianzar los amarres del futuro.

El pedestal de 1810 se ha roto en el reconocimiento de que el grito de Hidalgo realmente fue en apoyo a la corona española, secuestrada por Napoleón, y nuestra soberanía efectivamente no fue proclamada y suscrita hasta 1821 como imperio fallido y, en 1824, como primera república (la cual no fue reconocida por España sino hasta 1836, cuando Texas se hace independiente). Sin embargo, la primera Legislatura del Congreso de la Unión se instaló hasta 1857.

Curiosamente, en 1910 el Plan de San Luis fue promulgado desde San Antonio, Texas, por el señor Francisco Madero, quien había huido tras ser encarcelado bajo los cargos de “conato de rebelión y ultraje a las autoridades”. El plan llamaba al pueblo mexicano a levantarse en armas, desconociendo la reelección del presidente Porfirio Díaz, quien ocupaba el cargo de manera casi continua desde 1876. Desde allá, pedía anular las recientes elecciones y convocar a nuevos comicios. La fecha para dar inicio al levantamiento sería el 20 de noviembre de 1910, a las seis de la tarde. Día en que realmente no pasó nada. No obstante, la inconformidad desatada por Madero provocó luego la renuncia del presidente Díaz en 1911, lo que desató una guerra civil que duraría alrededor de una década y cobraría la vida de 10% de la población mexicana. Realmente es hasta 1917 cuando apenas inicia la creación del mito revolucionario del que ahora todavía vivimos su desvanecimiento.

No en balde advertimos la tibieza de los festejos centenarios.

El panorama local es quizás más alentador. Faltan escasos 30 años para celebrar que el rey Carlos V le concediera el título de ciudad y escudo de armas a Guadalajara, el 8 de noviembre de 1539. Muchos de quienes estarán entonces para celebrar ya han nacido. Llegar hasta aquel momento equivale al tiempo que ya hemos recorrido de 1978 hasta la fecha.

En este marco, se está proponiendo que la visión de todo el desarrollo de nuestra ciudad tenga como horizonte su quinto centenario y que desde ahora se inculque y promulgue el espíritu ciudadano con el que queremos llegar a la mayoría de edad. Estamos apenas a tiempo para preparar la gente y cumplir la obra urbana (urbanidad y urbanismo) de la ciudad que todos queremos.

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

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