Domingo, 27 de Abril 2025

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Frustraciones históricas

Por: EL INFORMADOR

Era la noche del 15 de septiembre de 1810, el párroco de Dolores, luego de los festejos patronales de su comunidad, se retiró a la casa de unos amigos españoles con los que pasó una velada concurrida y animada; ya de madrugada se retiró a su casa enterado de que la conspiración de Querétaro, en contra de las autoridades de la Ciudad de México, había sido descubierta. La mañana del domingo 16 despertó, como de costumbre, con las tres llamadas a la primera Misa, llamadas hechas por el sacristán, como es costumbre. Ya en misa, el párroco propuso una sublevación en contra del mal Gobierno de los “gachupines” y a favor del rey don Fernando VII. O sea que Miguel Hidalgo no pretendía una lucha de independencia, ni mucho menos le dio por tocar campanas a deshoras de la noche.

¿Cómo fue entonces que estos hechos fueron  transformados en todo un ritual para conmemorar la Independencia de México? La respuesta la tienen los ideólogos del siglo XIX, sus intereses partidistas, sus resentimientos, la tendencia a simplificar y a mitificar las cosas, y el gusto por asimilar el proceso de la independencia norteamericana, con la mexicana; si los norteamericanos tenían como símbolo de su independencia, la campana de Filadelfia, ¿por qué los mexicanos no habrían de tener también su propia campana?

Hidalgo fue sin duda un gran promotor de causas sociales, un intelecto brillante, un hombre que se anticipó a su tiempo en la lucha contra del esclavismo que se practicaba en la Nueva España, y desde luego un abanderado de la causa criolla, es decir, “el poder para los criollos”, no precisamente para los mestizos o los indios. Es claro que no buscaba la independencia del territorio, pero también es cierto que su movimiento hizo saber a todos que era ya posible acometer acciones semejantes en contra de autoridades que hasta ese momento se consideraban intocables, y ¿por qué no? buscar la independencia, ideal claramente expuesto por José María Morelos.

¿Qué impide a 198 años de distancia el que autoridades políticas y educativas digan las cosas como fueron? En vísperas del bicentenario de estos acontecimientos cabía la esperanza de que un país más maduro admitiera que dicho bicentenario, si es para conmemorar la independencia nacional, habría que celebrarlo en 2021, ya que México no nació como país independiente sino hasta 1821, pero ¿cómo iban las autoridades en turno a perder la oportunidad de lucirse por un asunto de ajustes históricos? ¡Que viva México y que vivan los mitos!, así sea a costa de una mayor madurez de la conciencia social e histórica mexicana.

Por lo menos cabe esperar que la Federación cambie sus anuncios publicitarios en los que insiste con ignorancia supina en que en 2010 celebramos el bicentenario de nuestra independencia nacional; bastaría con decir “bicentenario del movimiento insurgente de Hidalgo”, y ya no se estaría engañando a nadie. ¡Ah!, por cierto, los habitantes de la Nueva España nunca fueron esclavos, aunque sí tuvieran uno que otro.

ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO / Licenciado en Historia.

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