FIL 2009

En todos los casos anteriores, desde la edición de 1993, que incorporó, con Colombia a la cabeza de la lista, la modalidad del país (o región) invitado de honor, hasta este 2009 en que la distinción corresponderá a Italia, la Feria Internacional del Libro (FIL) había sido un estupendo puente entre culturas.

—II—

Colombia —que repitió el año pasado—, con el sinfín de afinidades, a partir del idioma, que tiene con lo mexicano; España, obviamente, por las mismas razones; las regiones de Cataluña y Andalucía, por lo que tienen en común con todo el mundo hispanoparlante y por la validez de sus peculiaridades; Brasil —que no es sólo futbol—, por la fascinación que ejercen su música, su gastronomía y, por supuesto, su literatura sobre los mexicanos; Cuba, por lo consiguiente, con el agravante de que con ella ni siquiera hay, como eventualmente pudiera ocurrir con el portugués, la relativa —muy relativa— barrera del idioma; Argentina, Venezuela y Perú, por la contribución de sus escritores y sus empresas editoriales al enriquecimiento de la literatura en el hemisferio; Puerto Rico, la provincia canadiense de Quebec y ahora Italia —salvadas las distancias, algunas de las cuales francamente abismales— por la fuerza de sus respectivas aportaciones al mundo cultural contemporáneo: prácticamente todos los invitados de honor a la FIL, pues, habían dejado —unos más profunda, otros más tenue, todos claramente perceptible— huella de su paso por Guadalajara.

—III—

Cuando se piensa que la única relativa excepción había sido el Estado norteamericano de Nuevo México (invitado de honor en 1994), es inevitable temer que algo similar pudiera suceder el año próximo...

Cuando se anunció que Los Ángeles será el ombligo de la FIL en 2009, hubo que pensar en que la cultura (en la más amplia de las acepciones) angelina es hija natural de un matrimonio sin amor, entre los vestigios de la herencia ancestral que llevan en la sangre los emigrantes mexicanos, y —“whatever that means”— la cultura estadounidense. De donde se desprende —ya habrá ocasión de abundar en el tema...— que la FIL de 2009, en ese aspecto, lo mismo puede ser una agradabilísima sorpresa que una profunda decepción.