Lunes, 28 de Abril 2025

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Esperanzas

Por: EL INFORMADOR

Pese a todo, hay esperanzas...
Es inexacto que los conflictos viales en la Zona Metropolitana de Guadalajara estén en vías de tocar fondo: ya comenzaron a hacerlo. El ensayo para el previsible gran colapso —miles de automovilistas inmovilizados en un gran embotellamiento— que más tarde o más temprano habrá de producirse, ya se realiza, metódicamente, con participación multitudinaria y espontánea, casi todos los días. La escena surrealista ya es cosa cotidiana: los rótulos que consignan, a manera de advertencia —o amenaza—, la velocidad máxima de la zona (80 kph, pongamos por caso)..., clavados en el corazón de la que alguna vez fue “vialidad primaria”, transformada, en los últimos tiempos, a ciertas horas, en gigantesco estacionamiento.

Súmese a todo lo anterior la multiplicación exponencial de los baches —consecuencia lógica del tráfico incesante de vehículos, por una parte, y el estupendo temporal de lluvias con que la madre Naturaleza ha obsequiado este año a sus ingratos hijos que prefieren tomarlo como maldición, por la otra—, y se llegará a la conclusión de que Guadalajara y municipios que la circundan ya dejó de ser, en la más amplia acepción del vocablo, en materia de movilidad urbana, una ciudad viable.

—II—
Sin embargo, decíamos, hay esperanzas...
El automóvil particular cada vez es más parte del problema que de las soluciones. Para recuperar la movilidad que demandan sus habitantes, sólo se vislumbran dos vías: una, disponer la infraestructura necesaria para que la megalópolis vuelva a ser el “pueblo bicicletero” de antaño, en el entendido de que esa etiqueta no debe interpretarse como símbolo de subdesarrollo ni tiene por qué afrentar a nadie; otra, esperar que la necesidad imperiosa de un transporte público digno, eficiente y suficiente como la alternativa ideal para la gran mayoría de los citadinos, sensibilice a los empresarios que se dedican a esa actividad, para que quienes puedan aportar el satisfactor adecuado para esa necesidad tan evidente e imperiosa, se decidan a hacerlo.

—III—
La teórica solución a ese grave —y creciente— problema cotidiano está en manos de empresarios; de concesionarios; de particulares. No de quienes cobran como si supieran gobernar.
Por eso —precisamente por eso— hay esperanzas.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.

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