Viernes, 26 de Julio 2024

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Entre veras y bromas

Por: EL INFORMADOR

— Pedal y fibra

En Amsterdam es muy común el uso de la bicicleta, porque la topografía de la ciudad y el clima lo propician. En La Habana es muy común el uso de la bicicleta, porque la topografía de la ciudad lo facilita... y porque las carencias económicas del común de la población lo exigen. En Guadalajara se intenta recuperar la etiqueta de “Pueblo Bicicletero” —de la que antaño se afrentaba—, generalizando el uso de la bicicleta, un poco por ventolera de los grupos ecologistas... y un mucho por la incapacidad de la autoridad para abatir un añejo rezago, dotando a la población de un sistema de transporte eficiente, digno y sustentable.

—II—

En teoría, la idea parece buena. De los 10 millones de viajes que diariamente realizan, en promedio, los cinco millones de habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (según cifras de AU Consultores difundidas ayer en EL INFORMADOR), 37% son recorridos cortos que se hacen a pie; 27% se hacen en automóvil, y otros tantos en el transporte público convencional. La bicicleta, con apenas el 2% de los desplazamientos cotidianos, ocupa el último lugar. (La cifra, hasta donde se infiere, no incluye los “paseos” nocturnos que —felizmente— han tomado carta de ciudadanía en la ciudad, ni las participaciones en la “Vía RecreActiva”).

Pensar, en serio, en devolver a la bicicleta el peso específico que en tiempos idos llegó a tener en estos pagos, como medio habitual de transporte de estudiantes, empleados y obreros, sin embargo, tiene sus bemoles. Uno de ellos, el clima: con las cálidas temperaturas habituales en Guadalajara durante 10 meses del año, un viaje de más de 15 minutos en bicicleta equivale a una intensa jornada en el gimnasio; ¿contarán escuelas, fábricas y oficinas con regaderas suficientes —y el SIAPA con el agua ídem— para que todos los ciclistas se den un regaderazo antes de iniciar sus actividades?... El otro, las distancias: la Guadalajara que arrumbó en el desván el mote ominoso de “pueblo bicicletero”, era una ciudad de medio millón de habitantes, que se recorría de orilla a orilla, a puro pedal y fibra, en media hora. Hoy, en cambio...

—III—

Que los tapatíos actuales se reconcilien, ahora con orgullo, con el medio de transporte de sus abuelos (y que la ciudad llegue a parecerse un poco, al menos en ese aspecto, a Amsterdam o a La Habana, por ejemplo), parece ilusorio...

Hablando en plata, demasiado bello para ser cierto.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.

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