Miércoles, 21 de Mayo 2025

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Entre veras y bromas

Por: EL INFORMADOR

— “Fuenteovejuna”

El diagnóstico fue impecable: el autor intelectual y material del desastre urbano que ciertos días y a ciertas horas es, ya, la Zona Metropolitana de Guadalajara, responde a un nombre propio: “Fuenteovejuna”.

(Como el lector avisado sabe de sobra, en “Fuenteovejuna”, Lope de Vega refiere el calvario de un pueblo harto de los abusos de poder del Comendador. El clímax se produce cuando los vecinos ejecutan al tirano y cuelgan su cabeza en una pica, en la plaza pública. Cuando Don Fernando de Aragón interviene indaga personalmente, se desarrolla este diálogo: “¿Quién mató al Comendador?”. “¡Fuenteovejuna, Señor!”. “¿Quién es Fuenteovejuna?”. “¡Todos a una, Señor!”).

—II—

La diferencia estriba en que, en el drama de Lope, se trata de un caso de justicia por propia mano. En las atrocidades que sistemáticamente se han perpetrado en contra de Guadalajara (planeación insuficiente, corrupción entre empresarios voraces y políticos venales, ineptitud gubernamental para resolver los nuevos problemas que el crecimiento desordenado fue generando hasta llegar a la obsolescencia actual de vialidades, infraestructura hidráulica y transporte público —algunos pecados capitales del antiguo y amable “Rancho Grande” que devino urbe incontenible—, entre otras lacras, con la consecuencia de los casi cotidianos embotellamientos de tráfico y las inundaciones que —“por fortuna”, diría Perogrullo— sólo se presentan cuando llueve; tránsito gradual de la miseria a la malvivencia, de ahí a la delincuencia y de ahí a la inseguridad pública...) se trata de un proceso incontrolable, por más que resultara perfectamente previsible.

—III—

Lo dicho: el diagnóstico es impecable...

Lo peor del caso es que, lejos de vislumbrarse la posibilidad de que el proceso pueda revertirse paulatinamente, las perspectivas son inquietantes. No hay señales de que los futuros gobernantes de los municipios conurbados o del Estado sean más aptos, estén mejor preparados, tengan mejores intenciones o sean más inteligentes, más visionarios, más generosos, más solidarios que quienes han pasado por los cargos públicos más interesados en satisfacer sus ambiciones personales y de grupo que en componer el caos que sistemática, metódica, pacientemente “Fuenteovejuna” ha confeccionado. No hay, por tanto, mayores esperanzas de que los tiempos futuros sean mejores que los presentes.

Decía bien Luis Cervantes en “Los de Abajo”: “¡Pobre pueblo...!”.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.

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