El panorama educativo

El panorama educativo en Jalisco no es desolador, es una pesadilla. Los adolescentes desertan de las secundarias, los que se quedan no entienden lo que aprenden, los que egresan no encuentran espacio en las preparatorias y los que logran pasar por el filtro de la mala educación y la limitada cobertura, no tienen las herramientas para hacer de sus días una vida.

No es una exageración, es una descripción fundamentada en estadísticas de educación, en evaluaciones de calidad, en cifras de desempleo y en indicadores de desempeño. El sistema educativo jalisciense —y el nacional— está en profunda crisis y provoca enormes obstáculos al desarrollo de la sociedad que hoy se está formando.

Uno de los principales motivos de la crisis educativa (tres de cada 10 adolescentes en secundaria no comprenden lo que leen) es el modelo corporativo con el que trabaja la educación pública, o en palabras directas, el anquilosamiento del sindicato magisterial. Ayer lo recordó el relator de las Naciones Unidas sobre el derecho a la educación, pero el tema está presente desde hace décadas. Ese sindicato ha convertido la educación básica en un mercado de plazas con incentivos relacionados directamente con la amistad política y la comodidad del profesor amistado. La necesidad de profesores en ciertos temas o en ciertas áreas no forma parte de los incentivos, como no lo hace tampoco la habilidad específica de los maestros.

El panorama es negro y las autoridades son omisas. En su comparecencia ante los legisladores locales, el secretario de Educación en Jalisco, Antonio Gloria Morales, calificó la labor de la dependencia con un alto e inmerecido ocho. Es probable que el secretario esté evaluando el trabajo de la Secretaría como un sistema cerrado que funciona relativamente bien en términos administrativos, y que los resultados en educación sean un dato sin relación con ese trabajo. Cómo puede tener una buena calificación la dependencia encargada de velar por la formación de la siguiente generación, cuando la realidad de las cifras demuestran el rezago en que se encuentran nuestros jóvenes.