Miércoles, 24 de Abril 2024

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El frío de nuestra indiferencia

Por: EL INFORMADOR


En artículos pasados hablé sobre si debemos votar o no. En principio expresé mi total decisión de no hacerlo. Pero recapacitando, he llegado a la siguiente conclusión: no me convence el argumento de que si no votamos, otros decidirán por nosotros, porque de todas maneras los políticos nunca escuchan y hacen y deshacen a su antojo. Aunque existe una diferencia sustancial entre un voto anulado en casilla o abstenerse a acudir a la urna a ejercer el derecho al sufragio, es altamente probable que en las próximas votaciones el índice de abstencionismo será elevado. Si observamos el comportamiento político de los aspirantes en campaña, hay una gran preocupación de que este fenómeno alcance índices históricos. Estamos hartos de que los partidos se hayan apoderado de la democracia y todos los demás no somos más que ciudadanos de segunda.

¿Qué es entonces lo que necesitamos que entiendan estos vividores de la “política”? Primeramente, es muy importante que sientan el frío de nuestra indiferencia, y, para que esto resulte, tenemos que ir a la casilla a cruzar la boleta sin votar por nadie, pero demostrando así que acudimos a nuestra conciencia cívica y cumplimos con nuestro deber de ciudadanos. Lo que en otras palabras se llama “voto anulado”. No es lo mismo que simplemente no ir a votar; no ir a votar es mandar todo a volar y entonces no cambiamos ni un tantito. No podemos decir que los políticos nos tienen cansados y nosotros tenemos flojera de actuar. Pues entonces da lo mismo.

El siguiente paso es tomar ejemplo de los países con una democracia de primera, como son los de Inglaterra, Suecia, Alemania, etc., donde la gente se hace escuchar saliendo a protestar en las calles cuando siente que su voz no es escuchada. Tenemos que ser más partícipes activos que críticos de café.

Aquí nos quieren hacer creer que la democracia ya se dio con la alternancia, y están muy equivocados. La democracia implica cuestiones mucho más profundas que tan sólo la alternancia implica derechos humanos, salud, educación, seguridad y libertad.

Pregúntate: ¿Es posible que un país resista tanta corrupción de su clase política como para sobrevivir? ¿No han acaso desaparecido sociedades en la historia que no pudieron alcanzar al menos cierta conciencia crítica para poder evitar la dirección de su caminar que los llevaba al precipicio? ¿Cuáles podrían ser las motivaciones que habría que despertar para impedir que el sonámbulo se destroce? ¿Es justa la justicia?

El Estado no es soberano; el soberano es el pueblo que otorga soberanía a las instituciones políticas que ha constituido para su servicio. Los que mandan deben mandar obedeciendo. Pero para que esto suceda es indispensable que ya no nos dejemos vencer por la apatía. Este 5 de julio vamos a ir a votar por nadie, pero vamos a ir, vamos a decirle al Gobierno aquí estamos, decepcionados y no me interesan tus candidatos. Urge que sienta la frialdad de nuestro desprecio.

CARLOS CORVERA / Analista político.
Correo electrónico: carloscorvera@ne.com

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