| El centro del universo Por: EL INFORMADOR 9 de febrero de 2009 - 23:00 hs Este 2009 se ha declarado como el Año Internacional de la Astronomía, conmemorando que, hace 400 años, Galileo Galilei divisó hacia las estrellas al través de su telescopio primitivo. Así se originó la astronomía moderna, cambiando substancialmente la futura relación de los humanos con el cielo y marcando a la vez al propio Galileo como portavoz del diantre que venía a desbancar la verdad que tutelaba la concordia entre lo celestial y lo terrenal. Hace apenas 17 años, el Papa Juan Paulo II asistió a una sesión clave de la Academia Pontificia de la Ciencia en el Vaticano que marcó el parteaguas en la disposición de la Iglesia Católica ante el reconocimiento al desarrollo de la ciencia moderna; 359 años después de haber sido censurado y penado al arresto domiciliario de por vida, en nombre, Galileo Galilei fue exonerado de las acusaciones de herejía que le imputó la Santa Inquisición por haber insistido que el resultado de sus estudios astronómicos le llevaron a formular que el planeta Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés, como se había oficializado desde los tiempos de Ptolomeo. Anticipándose a la reacción incómoda de la clerecía, Galileo dio el nombre de “Cosmos” al espacio sideral, derivándolo del nombre del entonces Papa Cosme II. Así buscó ganar la simpatía de la Iglesia y proclamó que todo aquello que había descubierto (nada menos que el universo mismo) por el derecho de ser el primero en reportarlo podía declararlo como nuevos dominios del Pontífice. Ofrecer el todo no le sirvió de mucho. En castigo fue desterrado a la ciudad de Arcetri, donde en 1642 murió solo, condenado y ciego. Además de la astronomía, el trabajo de Galileo en física y matemáticas fertilizó de manera clave el surgimiento de la revolución científica del Renacimiento. (Inventó el termoscopio, el primer aparato de la historia que comparó de manera objetiva el nivel de calor y de frío). Lo que distinguió a las nuevas ciencias de los demás intentos tradicionales por explicar las inquietudes sobre todo lo que existe (habido y por haber), fue una disciplina metodológica, basada en la cuantificación, la medición, comparación, constatación y en la construcción lógica tanto de las preguntas como de sus respuestas. Con la disciplina científica se introdujo la disposición de hacer público el escrutinio de los resultados y sus explicaciones, sometiéndose el trabajo propio al rigor de la crítica sistemática y el cuestionamiento despiadado. Ante todo, en la ciencia ha sobresalido el alto aprecio a la verdad y al reconocimiento merecido por la contribución de otros (por más que disguste) en el campo del conocimiento común. Por tanto, la ciencia es una cosmología democrática. Una explicación de las cosas del mundo y sus escenarios, construida por el acuerdo entre quienes cumplen rigurosamente con sus disciplinas de trabajo. En ella, los grandes avances ocurren cuando las evidencias llevan a cuestionar los cimientos mismos del método acordado y llevan a reformular, por decir así, las propias reglas del juego. Por contraste, a nuestros políticos se les dificulta lograr aquello que hacen los científicos cotidianamente de rigor: construir un sistema por acuerdos, basados en el principio del respeto a la verdad y los métodos de deliberación de los diferentes puntos de vista y opinión. No les caería mal descubrir que no son el centro del universo. NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C. Correo electrónico: nar@megared.net.mx Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones