Miércoles, 12 de Febrero 2025

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El Consejo de los partidos

Por: EL INFORMADOR

Si le hubiéramos hecho caso al diputado del Verde, Enrique Aubry, cuando en un arranque de sinceridad dijo que no se hicieran bolas, que el Consejo Electoral se iba a repartir entre los partidos y que a él le tocaba uno, nos hubiéramos evitado muchos brincos, mucho circo, muchas horas de trabajo y mucha tinta. A fin de cuentas imperó la lógica del reparto, con la única novedad de que el PAN mantuvo tres consejeros a cambio de ceder la presidencia, en una maniobra muy bien ejecutada por el líder de la bancada blanquizaul, y de eso se trató todo este show.

Los factores de poder mantuvieron sus cuotas. Ramírez Acuña refrendó a Sergio Castañeda, quien ya se eternizó en el cargo (esta es su tercera reelección y las dos primeras las logró con trucos legaloides, pues aunque estaba prohibida se la pasaron porque el Consejo cambió de nombre al Instituto, y luego porque se le añadió lo de Participación Ciudadana; es bueno saber que nuestra democracia está en manos de alguien que sabe darle vuelta a la ley con la agilidad de una venado).

Raúl Padilla mantuvo a Nauhcatzin Bravo Aguilar, un miembro del Grupo UdeG que ha demostrado su incondicionalidad.

Emilio González Márquez refrendó su apoyo a Víctor Hugo Bernal.

Aristóteles y el PRI prefirieron perder un consejero (a cambio de quedarse con la presidencia).

Ramírez Acuña aprovechó el hueco para meter a otro suyo, Rubén Hernández Carrera, y el PRI metió a Juan Alcalá y convenció al del Verde a meter a uno que le viniera bien a ambos, Everardo Vargas Jiménez, un abogado con perfil técnico y cercano a algunos priistas. Así se conformó la “representación ciudadana”.

El tema de fondo tiene que ver justamente con el término ciudadano. Y no se trata de si los señores son ciudadanos o no (adelantándonos a la respuesta sosa que siempre dan los políticos cuando se tratan estos temas) sino a quién representan. El que sean ciudadanos vinculados a partidos o poderes fácticos no significa que vayan a hacer mal su chamba. Es más, no ha habido hasta el momento queja alguna de un consejero que haya sido abiertamente cargado a un partido: todos tienen corazón y jefe, pero en ningún caso, en ninguna elección, se ha cambiado el sentido del voto. También es cierto que del segundo Consejo a la fecha ningún consejero ha llegado sin padrino, sin apoyo de un grupo parlamentario o de poder real (gobernador, cardenal, rector o cualquier ex de estos). Los consejeros no cuidan nuestros votos, cuidan los votos de los partidos. El efecto en términos de resultado electoral es el mismo, pero la chamba cotidiana es muy distinta.

¿Vamos a tener un Consejo mejor o peor que los anteriores? Depende fundamentalmente del presidente, pues es éste quien le da el carácter y la personalidad a la gestión, pero en términos generales igual, lejano de las preocupaciones de los ciudadanos de a pie.

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