Viernes, 31 de Octubre 2025

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ENTRE VERAS Y BROMAS

Por: EL INFORMADOR

— ¡Plop...!


Fin del sueño. Vuelta, abrupta, a la realidad. Quedó atrás, con cierta anticipación, el paréntesis de fin de año. Sin perjuicio de que se cumpla, mañana, puntualmente, la supuesta tradición —incorporada tardíamente a los hábitos sociales de los tapatíos— de partir la rosca, de cerrar el paréntesis anual de los excesos y de disponer el ánimo para empezar, ahora sí, la dieta que invariablemente aparece entre los propósitos para el año que comienza, al “puente Guadalupe-Reyes” se le amputó un tramo... Culpa —dígase de paso— del calendario político que atraviesa, en plena celebración del Año Nuevo, cuando el paladar empieza a acostumbrarse a los sabores característicos de la época —pavo, dátiles, sidra...—, el aterrizaje a la grosera realidad: la toma de posesión de los presidentes municipales; los discursos de los ungidos, abundantes en lugares comunes, pródigos en promesas recicladas, matizados por el tono paternalista característico de los rollos políticos de la era prepanista.

Menos mal que la lluvia del sábado fue una invitación indeclinable a quedarse en casa y a dejar la preocupación por darle vueltas a este pícaro mundo, en manos de quien más ganas o necesidad tenga de involucrarse en tan deleznables menesteres.

—II—

Recalentado de los últimos días del año: se celebraron, a manera de despedida, los “conciertos populares” que se están volviendo —para variar...— “tradicionales”. Variantes —permítase la petulancia— de los que anualmente se celebran en varias ciudades europeas. (Con el “plus” —es de elemental justicia consignarlo, en abono a la inventiva doméstica— de que en aquellas latitudes a nadie se le ha ocurrido rubricar una velada pródiga en burbujeantes polcas, marchas y valses de Strauss, o un “popurrí de varias” —que dijera el paisano—, en que se despedazan alevosamente algunas partituras de Mozart, Tchaikowsky, Brahms y otros pobres músicos a quienes nadie se toma la molestia de defender, con una “versión sinfónica” de la mundialmente aclamada Marcha Zacatecas).

—III—

En el concierto placero del miércoles 30, en la Plaza de la Liberación, los ciudadanos que decidieron corresponder al generoso gesto de las autoridades, hicieron lo que la prudencia recomienda en estos casos: madrugar. Así, para la audición, programada para comenzar a las 20 horas, a las cuatro de la tarde ya había público “apartando” las correspondientes sillas. No se confirmaron, felizmente, los temores de que irrumpieran los “aparta-lugares” que se han apoderado de prácticamente todos los espacios existentes para estacionar vehículos. Pero ni falta que hizo: los espacios preferentes —es decir, las doce o quince hileras de adelante— fueron reservados, oficiosamente, para la burocracia “de angora” y para sus “invitados especiales”... Para la audición del día siguiente, en el Teatro Degollado, una antipática variación del mismo tema: el público “en general” que tuvo la ocurrencia de aspirar a un lugar en la sala, aunque fuera en la democrática “gayola” (arcaísmo por “cárcel”), se topó con la novedad de que los boletos fueron repartidos en las dependencias del Gobierno, y “por órdenes superiores” no había lugar para lo que, para efectos de inventario y para no herir susceptibilidades, aquí llamaremos “el peladaje”.

—IV—


Para los autores intelectuales de tan discriminatoria ocurrencia, quede por escrito la constancia del desprecio (antónimo de aprecio) de las inermes víctimas de su insolente gesto de arrogancia.

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