Viernes, 10 de Mayo 2024

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ENTRE VERAS Y BROMAS

Por: EL INFORMADOR

— Ley ornamental


Para que se vea si es verdad o no que “Las cosas, en Palacio..., van despacio”...

—II—

La antepasada administración municipal de Guadalajara, encabezada por Fernando Garza Martínez, quiso hacer de la limpieza de la ciudad —una de sus mayores galas pretéritas, por cierto— una de sus banderas. Gastó lo que nadie había gastado antes y lo que nadie gastaría después —hasta hoy, al menos—, en campañas propagandísticas en ese sentido. Hizo temblar a toda la comarca con el anuncio de que “En Guadalajara, la limpieza va en serio”.

Contaminó visualmente el primer cuadro de la ciudad con los visajes “humorísticos” de un “cómico” —Miguel Galván (qepd)— varias veces finalista en certámenes mundiales de “felleza”, rubricados con la frase “atínale al bote”, profusamente distribuidos, en gigantescos pendones. Cacareó estentóreamente la severidad draconiana de la campaña, con el caso de un atolondrado ciudadano al que la implacable gestapo —así, con minúscula— tapatía sorprendió “en flagrancia” cuando arrojaba al piso, frente a Catedral, una colilla de cigarro. Lo de menos fue si había o no al alcance de su vista y de su brazo, bote alguno al cual “atinarle”. ¡Mangos...! “La loi c’est la loi”: mil pesos de multa, o pena de cárcel... En Guadalajara —sépanlo, mortales—, con el decoro de la ciudad y con la severidad de sus legítimas autoridades no se juega.

—III—

Fernando Garza aseveró entonces —y no había motivo alguno para poner su veracidad en tela de duda— que una consulta ciudadana arrojó como resultado un consenso, ampliamente mayoritario, porque se aplicaran al pie de la letra, sin contemplaciones para nadie, los reglamentos que penalizan a quien sea sorprendido arrojando basura en la vía pública, o a los vecinos que al mediodía no tengan barrido el frente de sus casas...

Pasó aquella administración municipal. Pasaron las dos siguientes, sin que volvieran al Palacio Municipal las calenturas por la guerra contra el “grafiti” y la limpieza de la ciudad. Es hasta ahora, más de dos trienios después, que las leyes de ingresos municipales recién aprobadas en el Congreso anticipan los nuevos montos de “multas por faltas ciudadanas”: de 392 a mil 112 pesos a quien no asee el frente de su vivienda, comercio o industria; la misma sanción para los tianguistas que al retirarse no dejen limpia el área que se les asignó para su actividad; de 20 a 200 salarios mínimos (de mil 96 a 10 mil 960 pesos, a parámetros actuales), a quien arroje o deposite basura de cualquier clase “en la vía pública, parques, jardines, camellones o lotes baldíos”; de cerca de dos mil a más de 10 mil pesos a quien provoque “daños intencionales en fincas, monumentos y construcciones” —la disposición incluye implícitamente el “grafiti” y cualquier clase de vandalismo—... aunque hace la salvedad de que para esos efectos se consideran sólo los edificios y monumentos “incluidos en el programa municipal de inventario y catalogación del patrimonio”. Etc.

—IV—

Fue a petición de los alcaldes electos —priistas todos ellos— de la zona metropolitana, que el Congreso del Estado hizo las adecuaciones que acaban de anunciarse. Falta ver si los próximos gobernantes sí aplicarán la ley... o preferirán usarla como lo han hecho sus ilustres predecesores: de adorno en los libreros o de pisapapeles en el escritorio.

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