Viernes, 29 de Marzo 2024

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Diplomacia a la carrera, o de carrera

Por: EL INFORMADOR


NUEVA YORK.- Dicen que las crisis demuestran lo peor y lo mejor de una persona. Que la respuesta a una emergencia revela si estamos ante un hombre o una mujer capaz de dirigir el destino de un país o de condenarlo a lo peor.

El panista Jorge Zermeño está demostrando que a veces los llamados nombramientos políticos de embajadores no son un error, y que a veces estos diplomáticos a la carrera incluso aprenden a hacer su trabajo mucho mejor que los llamados diplomáticos de carrera, quienes se preparan académicamente para ejercer el trabajo diplomático en el Instituto Matías Romero.

Cuando Zermeño fue designado para representar a nuestro país ante el Gobierno español, el ex diputado cumplía con los requisitos legales y de forma para desempeñar el cargo (edad y nacionalidad). Sin embargo, Zermeño no tenía ni una línea en su curriculum que representara experiencia previa en el campo diplomático. A su favor, o tal vez más a favor del Gobierno español, el nuevo embajador tenía la ventaja de tener comunicación directa con el Presidente Calderón, y no a través del teléfono descompuesto de la cancillería.

Sin embargo, como personaje ajeno al rigor de la diplomacia, Zermeño llegó a la Embajada de Madrid sin miedo de promover el interés de México a través de canales alternativos, de hacer diplomacia pública. Cuando los principales diarios españoles empezaron a sacar sólo notas negativas sobre la violencia  por el narco en México, y cuando empezó a caer el turismo español a destinos mexicanos, Zermeño entendió que era el momento de lanzar una campaña mediática, de encontrar a los aliados de México en España y de pedirles su ayuda para contrarrestar la mala imagen de México en nuestra puerta a Europa.

Vino después el exceso del ridículo incidente con Burger King, pero con la crisis de la influenza Zermeño y su equipo en la Embajada volvieron a demostrar que la diplomacia pública funciona cuando mezcla bien los elementos de la interacción entre los intereses de grupos privados entre dos países, una efectiva campaña de comunicación, una buena inversión en cultivar a la opinión pública de un país extranjero y el uso de recursos no tradicionales, como por ejemplo la fama de Paulina Rubio en España, para avanzar el interés de México.

En franco contraste, de poco o de nada sirvió el haber tenido a una diplomática de carrera como embajadora en Argentina.

En Buenos Aires, la embajadora María Cristina de la Garza, quien pertenece al Servicio Exterior desde 1973, no demostró ser capaz de lidiar con las medidas exageradas y francamente hostiles tomadas por el Gobierno de Cristina Fernández.

Estos son sólo dos ejemplos, pero en la cancillería y en la Presidencia deberían estar evaluando el desempeño de todos los embajadores de carrera y el de los hechos a la carrera con respecto a esta crisis de la influenza, especialmente en los países donde se registraron casos de abuso a mexicanos, y muchas purgas deberían estar a la vuelta de la esquina.

GENARO LOZANO / Politólogo e Internacionalista.
Comentarios: genarolozano@gmail.com

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