Diabólica

ENTRE VERAS Y BROMAS             

—¡Se quema el Mercado Corona, se quema el Mercado Corona...!

—II—

El Diablo, que de ocasiones así pide su limosna, intentó atizar el fuego. Lo hizo como El Lobo Feroz ante la casa de Los Tres Cerditos: a soplidos. Hizo concebir en algunas mentes de suyo proclives al pecado, algunos malos pensamientos... Como aquella tarde, hará unos cinco años, que un sismo hizo temer por la estabilidad del Mercado Libertad —a la sazón en el centro de una polémica que apuntó, en un momento determinado, a la posibilidad de que se optara por demolerlo—, hubo, ayer por la mañana, quienes se imaginaron una escena dantesca: todo el edificio (el lamentable edificio que hará medio siglo sustituyó a la construcción original, quizá poco funcional pero ciertamente más noble y de un valor arquitectónico infinitamente superior al actual, que, si ya era malo, empeoró con las lamentables accesorias que se hacinan en la que quiso ser explanada, sobre la calle de Hidalgo) envuelto en llamas... Tres bendiciones a manera de secuelas: una, cero víctimas; dos, destrucción total del inmueble; tres, la condena a
la demolición sumaria. En suma, la extirpación quirúrgica del tumor —no digamos que maligno, pero tampoco saludable— que en buena medida determina la degradación de una zona que merecería más dignidad: pocas ciudades del mundo tienen un mercado tan repulsivo a dos cuadras de Catedral y a tres de Palacio de Gobierno... Tras el pago de seguros e indemnizaciones a los damnificados, el desfile de proyectos para el nuevo destino del solar vacío (la versión tapatía de “La Zona Cero”): un teatro, un auditorio, un centro comercial...; por supuesto, todo de Primer Mundo... A la vuelta de pocos años, en vista del éxito obtenido, un contagio saludable: la decisión —por consenso de pueblo y gobierno: un espectáculo bastante desusado en la Guadalajara moderna— de hacer atractivos para los turistas otros mercados del Centro de la ciudad; de convertirlos en réplicas de los de Guanajuato, Zacatecas, Morelia o Querétaro...

—III—

En eso, la segunda parte de la noticia: el incendio fue mínimo; el Mercado Corona seguirá funcionando.

—¡Qué alivio! —suspiraron los malpensados.

—Peor para ustedes... —musitó el Diablo.