Domingo, 22 de Junio 2025

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De basuras a basuras

Por: EL INFORMADOR


Como un semáforo intermitente, el Ayuntamiento de Guadalajara ha vacilado últimamente en abordar su recolecta de las basuras domésticas segregadas. Ahorita sí, ahorita no. Ningún otro de sus programas ha sido más anunciado, ni más balbucido. Y no en balde tanto titubeo, pues toca en la médula de la esencia misma de nuestra sociedad moderna, cuya encrucijada está en el dilema de moda. Separar o no separar, ésa es la cuestión de fondo.

La actitud simplista considera que es sólo basura aquello que está fuera del lugar adecuado. Que dejaría de serlo, basura, en cuanto se le da el tratamiento digno de su calidad material y se le recicle o se le confine apropiadamente. Lo orgánico por aquí, lo inorgánico por allá y lo sanitario acullá. Desde esa perspectiva, el problema no está en producir la basura, sino qué hacer de ella.

En una de tantas investigaciones que se hacen para entender la percepción que se tiene sobre los distintos mercados turísticos del mundo, recientemente México ocupó dos primeros lugares muy significativos en las diferentes categorías evaluadas: 1) fue considerado el país más amistoso y 2) el más basuriento, sucio.

Algo que los seres humanos compartimos con absolutamente todos los demás seres vivos del planeta (aún antes que la muerte), es el innegable hecho que, desde nuestro medio ambiente, tomamos hacia el interior de nuestros cuerpos lo que necesitamos, queremos y nos gusta; y al medio ambiente tiramos lo que nos sobra, repugna, daña o estorba.

Al medio ambiente lo consideramos aquello que está “en medio de ambos”; unos y otros. Es, paradójicamente, lo que a la vez nos separa y nos une. Así como el Paraíso del Edén, el medio ambiente es el lugar en que podemos tomar y aventar lo que deseamos y necesitamos. A la vez, es como una cárcel de la cual no podemos salir.

Así es que todos nosotros somos parte de nuestro medio ambiente, que en realidad no es nuestro, sino nosotros de ello; pues de allí venimos y hacia allí vamos a dar cuando nuestros cuerpos mueran y se encuentren también con las basuras que generamos.

Desde tiempos, ésta es la historia de la vida sobre este planeta. El petróleo resulta de los múltiples restos orgánicos de otras épocas; así como los depósitos calcáreos donde minamos el material para fabricar el yeso se constituye de esqueletos acumulados por siglos de siglos. El mismísmo oxígeno (sin el cual no respiraríamos) es el resultado de desechos tóxicos de la primeras formas de vida sobre el planeta. Formas anaeróbicas cuyo desecho gaseoso fue entonces súper venenoso, para ellas, pues para nosotros resultó el soplo de nuestra vida.

Sucede que para nuestras ciudades e industrias también tomamos y tiramos al entorno lo que queremos y lo que repugnamos; básicamente aprovechamos recursos naturales, producimos cosas y desechamos suciedades.

Es conocido desde tiempos ancestrales que los humanos vivimos de tres insumos principales: aire, alimentos e impresiones. La basura es, entonces, aquello que nos afecta para mal lo que respiramos, lo que comemos y bebemos y lo que percibimos.

Disponer bien de las basuras tiene que ver sobre todo con resguardar la calidad de nuestros alimentos, del aire que respiramos, y la calidad de los estímulos visuales, auditivos y demás sensaciones del paisaje urbano. Sin embargo, nuestra ciudad es tan basurienta que separar en casa los sobrantes de lo que traemos del súper, la tienda y el mercado es sólo un paliativo para la conciencia. Pero un paliativo al fin. Ojalá y se animen a empezar.

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

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