| Contrastes Por: EL INFORMADOR 24 de diciembre de 2008 - 23:00 hs ENTRE VERAS Y BROMAS “Que estas barbaridades sucedan —se decía en tiempos de guerra propiamente dichos—, está mal; pero hay algo peor: que todos nos hayamos acostumbrado a ellas”. —II— Aunque los contrastes fueron brutales, fue evidente que las más recientes noticias relacionadas con la oficialmente denominada “Guerra contra la delincuencia organizada”, ya no levantaron las tolvaneras que informaciones similares desataban antaño... Aunque el hecho en sí mismo era espantoso y la cifra escalofriante, la nota referente a los nueve militares decapitados el pasado fin de semana en el Estado de Guerrero —salvo en la llamada “prensa sensacionalista”, donde mereció espacios preferentes y titulares estridentes—, en muchos medios apenas si consiguió algún rincón en páginas interiores. Por supuesto, sin fotografía. Ante todo, la dosis mínima de delicadeza necesaria para no ofender a los lectores con tamaña crudeza. Después, el caso de Laura Elena Zúñiga Huízar. A finales de octubre, la ganadora del certamen de belleza (claro: amén de preparación, talento, personalidad, simpatía y una gama extensa de virtudes morales y atributos intelectuales, como puntualizan los organizadores de esos concursos) “Nuestra Belleza Sinaloa 2008”, enriquecía su currículum vitae —“relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, etc. que califican a una persona”, nos ilustra el “tumba-burros”— con un galardón que parecería prestado (dicho sea con todo respeto) por la Virgen de Guadalupe: “Reina Hispanoamericana”. Dos meses después de aquella hora de gloria, Laura Elena se encuentra a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, tras ser detenida en compañía de siete presuntos narcotraficantes. —III— Todos estos episodios se antojan “de película”. Varios casos similares, de hecho, ya han cumplido el ciclo consagratorio (valga la paradoja): de la prensa, donde son noticia (y la noticia, por su misma naturaleza, es fugaz, efímera), a la literatura, que los consagra como novelas (con la dosis de historia que ordinariamente conlleva la novela), y de ahí a la culminación en el cine. Lo cual nada tendría de extraordinario... si no fuera porque los protagonistas de todas esas tragedias son personas reales, de carne y hueso, que se quedan al margen de la alegría —real o artificial, da lo mismo— que por estas fechas parece embriagar a todos los seres humanos. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones