| “Carta de Tolito” Por: EL INFORMADOR 26 de julio de 2008 - 23:00 hs Ayer decíamos... Después de un largo periodo de ausencia recibí una carta de mi tío Tolito, lo extraño del asunto es que no me llegó ni por paquetería, que es lo usual, ni por correo que ya parece extraordinario, la entregó muy temprano en la mañana un sujeto con finta de maldito, embozado en una bufanda del Real Madrid y una cachucha de los tacos del “Amigo”, a donde debió haber ido a juzgar por qué traía manchada la panza de salsa borracha. El sujeto no profirió palabra, entregó el sobre y rápidamente desapareció, dejando un fuerte olor a azufre. Era un sobre color manila –bastante traqueteado- y sólo estaba dirigido a mí, traía además letreros de estrictamente confidencial, sólo para tus ojos, con lo que me sentí como un James Bond 007, gordo y vernáculo. Ante el misterio de la entrega decidí subir a la azotea para leer en solitario el mensaje, mas debo decir que no estaba solo porque en el tendedero de la casa vecina estaba una pareja en un romance matutino, dándose uno de esos fajes tan ardientes que no sabe uno si se están saludando o despidiendo, pero que de cualquier manera dan envidia. Abrí la carta y continuaron las sorpresas ya que la misiva estaba fechada como lo hacía el subcomandante Marcos: “En algún lugar de la Selva Lacandona, en el décimo año de la revolución libertadora” lo que ciertamente es cuando menos exótico ya que, que yo supiera el tío casi no ha salido del Estado, cuando menos pagando él los gastos e ignoraba que él tuviera qué ver con la guerrilla. Ante todo deseo y te encargo, me decía, el cuidado material, porque el cuidado espiritual lo hago desde acá, de tu tía Meme y de tus pequeñas primas que tanto te quieren. Hace mucho que no las veo, pero debo reconocer que yo ignoraba que me quisieran tanto y más que tengo como tres años sin verlas, a la tía la recuerdo siempre vestida de luto, rotunda, culi ancha, con un bigote de comandante de Húsares que demostraba quién llevaba los mandos en casa, tenía una voz de trueno y unas pretensiones del tamaño del mundo que produjeron que las primas –que ya estaban sazoncitas, frisando los 40- no hubieran conseguido llegar al anhelado matrimonio, lo que la tía justificaba con el hecho de que había muy pocos príncipes reinantes disponibles y de ahí su furia cuando la prima Cuca escapó con un antillano tocador de tumbas y bailarín de ritmos afrocubanos que a final de cuentas la largó con la cuenta en un hotel de San Juan de Bramadero y que para tapar la vergüenza y aprovechando que nadie lo conocía, lo declararon de la nobleza armenia y dijeron que, apasionados los muchachos, se habían casado intempestivamente y durante la luna de miel habían tenido un accidente automovilístico, en el que él falleció y de paso justificaron los golpes con que apareció la prima. No hubo violencia de género porque la que le pegó fue la tía que era del mismo. Recordando estos hechos y sabedor de que me iba a salir muy caro el chistecito, decidí ignorar la recomendación de Tolito y amarlas a distancia. Tolito por su parte anda de pelada. De galán de la pantalla está convertido en un fugitivo y el único lugar donde sin dinero quedaba fuera de la acción de la justicia, era la selva (con dinero suficiente en cualquier lugar hubiera quedado fuera, esto con base en los costos de la justicia). En su carta dramatizaba ¡cuál es el crimen que he cometido! Y les será difícil creerlo, pero el crimen que cometió se llama obesidad, ¡ah! qué tiempos aquellos donde hasta caía simpático el gordito, de ahí lo acusaron falsamente de tacaño porque no quiso donar kilos a una empresa televisiva y al Gobierno federal, para que bajara de peso subieron al tío en una bicicleta, lo que está de moda, la bici, muy doble y muy reforzada y lo lanzaron por una bajada –hay gentes que dicen que pasó por la Unidad Revolución como a 130 kilómetros por hora- llevaba el rostro demudado hasta que llegó a un tope que hay al terminar la bajada y del brinco quedó dentro de un gran bache que después quedó como cráter, no describo la economía corpo ral de Tolito porque quedó como un gigantesco y gordo morete bañado en sangre, de la bicicleta mejor ni les platico, quedó para refacciones, con excepción del volante que le quedó clavado en el siseñor. La acusación y el trato de la autoridad fue inhumana y lo de que no quería enflacar fue inexacto e inequitativo, ya que él sí estaba de acuerdo, dijo que donaría 35 kilos y 30 años, su crimen fue preguntar en dónde los dejaba y es inequitativo porque a Carstens, el secretario de Hacienda no le pidieron nada y por el contrario ahí andan de barberos arrimándole una silla especial en todos los eventos, siendo que los cuerpecitos, mas no el trato, son muy parecidos. No tuvo más recurso que huir a un lugar donde sus habitantes son más discriminados que los gordos –los indios- que amablemente lo recibieron y acogieron no sin antes advertirle que había poca comida almacenada, pero que podía cazar lo que quisiera sin miedo a los ecologistas. Me cuenta que ha comido toda clase de animales salvajes e incluso se tragó a un pastor presbiteriano con todo y Biblia. CARLOS ENRIGUE / Abogado. Correo electrónico: ayerdeciamos@hotmail.com Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones