Viernes, 26 de Julio 2024

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Calderón y partidos; la guerra

Por: EL INFORMADOR

Al presentar su decálogo de reforma político electoral, el presidente confirmó que va contra el poder descomunal que atesoran los partidos políticos mexicanos, que convirtieron a la sociedad y al Estado en rehenes.

Más aún, en la exposición de motivos de su iniciativa, Calderón dibuja los conceptos básicos de “opinión pública” y sus leyes, que son el premio y el castigo —respectivamente— a los buenos o malos gobernantes, políticos y líderes. Según el presidente, el “eje ordenador” de su reforma es que el ciudadano sea “quien premie el buen desempeño o castigue un ejercicio irresponsable o insensible del poder”.

En esta columna habíamos dicho que Calderón preparaba una reforma político electoral de avanzada, que recogía buena parte de lo expresado por la opinión pública, pero que sería de aprobación difícil, ya que en conjunto significaba restarle buena porción de poder a la grosera partidocracia que somete a todo el Estado. Vamos por partes.

Calderón propone reelegir alcaldes y legisladores, reducir el número de diputados y senadores; elevar el porcentaje de votos para retener el registro a los partidos, restablecer la iniciativa ciudadana y facultar a la Corte para promover iniciativas sobre su materia; además de aprobar las candidaturas independientes desde alcaldes hasta Presidente de la República, obligar al Congreso a reconocer las “iniciativas preferentes”, y que el Ejecutivo pueda objetar leyes aprobadas por el Legislativo.

¿Qué significa todo lo anterior? Que esa reforma será una guerra entre el Presidente y el sistema de partidos. ¿Por qué? Porque nueve puntos referidos arriba —del decálogo de Calderón—, no significan otra cosa que restarle poder, fuerza, influencia, dinero e impunidad a partidos políticos, líderes, feudos familiares, gobernadores y legisladores. ¿Quién conoce ladrones que acepten sus culpas, dejen de vivir de la transa y decidan vivir del trabajo honesto? Ningún partido aceptará gustoso los cambios, porque no son demócratas sus líderes, políticos y gobernantes.

La décima propuesta, la doble vuelta electoral, es la única en donde ganan los partidos. Y es, por cierto, una reforma indispensable para 2012.

En realidad la suerte de la reforma estará en manos de la “opinión pública”, institución política fundamental, organizada y libre, cemento del pluralismo, y que es no sólo un valor fundamental de la democracia, sino un requisito indispensable para el funcionamiento del Estado democrático.
Falta saber si es saludable la opinión pública.

En el camino

La reforma entró al Senado, donde competirá con las “erres” del senador Beltrones. Saldrán chispas.

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