| Café con leche Por: EL INFORMADOR 21 de febrero de 2009 - 23:00 hs Si me preguntaran qué me gusta más de tomar, contestaría en seguida: una taza de café con leche. Cuando era domingo mi madre nos vestía con los trajes más nuevos y nos peinaba perfectamente. Íbamos a casa de los tíos. Estaba un poco lejos y hacíamos el camino andando y viendo escaparates. Lo cual resultaba divertido y barato. Una vez en casa de los tíos, los mayores empezaban su partida de cartas: tute, brisca o julepe, y los pequeños nos asomábamos al balcón, situado en un lugar donde se unían dos calles importantes. A la mitad de la tarde aparecía mi tía con una charola o bandeja llena de tazas con café con leche y un gran plato repleto de galletas. Buena merienda. Ahora que me están prohibidos la leche y el café, recuerdo con añoranza aquellas tazas y me pongo a pensar en su preparación. Como otros domingos la reunión familiar era en mi casa puedo explicar rebién cómo se hacía esa sencilla merienda. Generalmente mi hermano o yo íbamos a una tienda llamada “Ek Cafeto”. Nos vendían el café en una bolsa de papel (no había nylon ni plásticos), añadíamos un paquetito de achicoria y el tendero nos entregaba el tique de la compra, pues reuniendo muchos de ellos, teníamos derecho a un regalo: azucarero, juego de café, jarra, cubiertos y más. A lo que voy es que esa compra sólo producía como desecho la bolsa del café y la de la achicoria. Una vez vacías iban a parar a la cubeta de la basura sin ocupar apenas lugar. Sobre un paño de cocina revolvíamos el café con la achicoria y llenábamos unos botes con la mezcla, lo cual nos duraba varios días. Siempre había en la cocina una ollita con café hecho, para cualquier hora. Actualmente usamos café en polvo que nos venden en un pomo y leche de mil clases que nos ofrecen en esas cajas cuya composición es altamente antiecológica. Van a la cubeta de la basura y ¿cuánto abultan? Hay que ver la de empaques y cosas desechables que forman montañas de basura. Caliente usted una taza de agua en el horno de microondas, échele una cucharada de polvo de café y un chorro de leche de caja y ¡ya está! ¿Se le acabó lo uno y lo otro? pues al basurero ¿Que se ha llenado el bote? Pues con una gran bolsa de plástico antiecológica vamos echando lo que sobra. De todo lo que consumimos podríamos hacer un comentario idéntico: pañales desechables, toallitas, botes, cajas y frascos. He oído por la televisión las medidas que van a tomarse contra los que no respeten las normas de la limpieza de la ciudad. Me parece muy bien, aunque un poco tarde, pero más vale tarde que nunca. Hay ciudades en las que no se ve ni una lata, ni un papel ni nada que las manche. Por aquí vemos cómo introducen entre las ramas de los arbustos papeluchos, botellas, bolsas de matachicos, etc., de modo que los arbolitos dan lástima. Me gustaría tomarme una taza de café con leche, como las de antes, cuando con una lechera íbamos a la lechería blanca como un mármol especial y el lechero, con su delantal y manguitos blanquísimos, usaba sus medidas de metal brillante como la plata. No había nada que tirar, ni cuando dejábamos en la puerta la botella vacía y llegaba el lechero y la cambiaba por una llena. Nada se tiraba y el sábado pagábamos la semana. GABRIEL PAZ / Escritora. Correo electrónico: macachi809@hotmail.com Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones