Lunes, 16 de Junio 2025

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Balance

Por: EL INFORMADOR

ENTRE VERAS Y BROMAS            

— Balance

Sin perjuicio de que el singular ámbito de la farándula aporte los nombres de algunas luminarias que hicieron historia —es un decir...—, y de que en la esfera del deporte se reciclen los nombres de los pocos deportistas mexicanos que en los pasados Juegos Olímpicos salvaron el honor de una delegación numerosa en integrantes —en burócratas, sobre todo— pero avara en resultados, en el terreno de la información hubo tres nombres que en el curso de 2008 acapararon titulares: Fernando Martí, Silvia Vargas y Juan Camilo Mouriño
—II—
El común denominador en los tres casos, lamentablemente, fue la tragedia. Se trataba de tres jóvenes. La desgracia convirtió sus vidas, brutalmente, en sendos proyectos fallidos.
Los casos de Silvia y Fernando tuvieron un punto de coincidencia adicional: el secuestro. Fue ése —uno de los crímenes más abyectos que el ser humano haya sido capaz de concebir— el factor que concluiría en su muerte, prematura y absurda. Las dos historias dejaron al descubierto, primero, la ineptitud de las autoridades para llevar a cabo lo que pomposamente llaman “investigación científica” de los delitos; y sirvieron, después, para generar una espectacular reacción mediática: pese a la lentitud que lo caracteriza (no en vano se le identifica con los elefantes o las tortugas), todo el aparato gubernamental se puso en marcha para confeccionar una serie de “acciones” que supuestamente lo transformarían, como por arte de magia, en una maquinaria eficiente, apta para prevenir y para perseguir el delito. Como siempre, todo se quedó en el papel.
—III—
Independientemente de que las perspectivas correspondientes al año que se aproxima son sombrías, las de México son más sombrías aún, porque la experiencia que dejaron los casos de Fernando Martí y Silvia Vargas Escalera es, principalmente, la dolorosa certeza de que la impunidad es, sin más, la consecuencia lógica —e inevitable, por ende— de la corrupción rampante.
Pese a lo cual, quede el buen deseo de que en el curso del inminente 2009 haya motivos, “si no para ser felices —diría Cesare Pavese—, sí, al menos, para estar alegres”. (En prenda de ello, abrimos un asueto que estaremos cerrando el próximo lunes 5, aquí mismo... si Dios no lo remedia).

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