Balance

Es probable que Guadalajara, de aquí a poco, sea una ciudad más “visitable” de lo que es actualmente. En cambio, está en veremos que sea una ciudad más “vivible”...
—II—
Cumplidas casi dos terceras partes del trecho en que le ha correspondido el honor y la responsabilidad histórica de ser el portador de la estafeta, al doctor Alfonso Petersen, alcalde en turno, sus críticos le endosan la factura de los “crímenes de alto impacto”, como se califica, para efectos estadísticos, a los “granadazos” en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública. Por supuesto, se descarta cualquier relación de causa a efecto entre lo uno y lo otro. Empero, es inevitable establecer la vinculación casual entre ambas circunstancias.
Mientras la propaganda del Ayuntamiento coloca entre los logros el remozamiento de la imagen urbana mediante la sustitución de banquetas —ruinosas, indignas...— y la ampliación de los espacios para los peatones (incluido el “Proyecto Chapultepec” que el año próximo comenzará a tomar forma), en el primer cuadro, sus críticos califican a la obra pública de “escasa, cara y sin calidad”. Ya lo dirá el tiempo... Lo cierto es que, en el conflicto entre automovilista y peatón, tomar partido a favor del segundo resulta engañoso: de la misma manera que el automovilista se transforma en viandante en cuanto se baja del automóvil, el viandante que quiere volver a casa tiene que convertirse en automovilista —o en pasajero del transporte público, que para el caso es lo mismo—... y, por ende, en víctima de los beneficios que por su calidad de peatón supuestamente se le concedieron.
—III—
Otra crítica al doctor Petersen: que es menos alcalde tapatío que “alcalde panamericano”. La etiqueta alude a su obsesión por vincular algunos proyectos de gran envergadura (la Villa Panamericana contigua al Parque Morelos y el complejo “Puerta Guadalajara” —probable reedición de la pesadilla urbana que desde hace una semana ha sido “Plaza Andares”— en Periférico Norte y Calzada Independencia...), a la celebración de los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara.
También corresponderá al tiempo —“supremo juez”— decidir si hipotecar la ciudad a ese evento fue una decisión visionaria... o una metida de choclo hasta la ingle.

JAIME GARCÍA ELÍAS